El promotor que hizo el puerto de recreo de la jet marbellí

Un lugar llamado Puerto Banús, en Marbella, forma parte de la memoria colectiva de todos los que han vivido en las décadas de los setenta y ochenta, para que sus fiestas ampulosas con toda la jet set internacional como protagonista marcaron una época. Nombres como Jaime de Mora y Aragón, Gunilla von Bismarck o Alfonso de Hohenlohe, resultaban muy populares para los españoles de ese tiempo debido a su presencia constante no sólo en las revistas del corazón, sino también en las páginas y en las imágenes de los medios generalistas. Personajes siempre sonrientes, rodeados de champagne francés y coches de gama alta, que quizá llegaron a resultar un reclamo aspiracional para alguna parte de la sociedad de esos años.

Pero la decadencia de Puerto Banús llegó hacia allí en los años noventa y ahora todo ello parece el recuerdo delirante de una noche de fiebre para quienes lo seguían en tiempo real, o un invento grotesco de los boomeros para las generaciones que no lo vivieron.

El caso es que todo aquel mundo de excesos en una España poco acostumbrada al glamour giraba siempre en torno al ya mencionado Puerto Banús, un lugar que de tan sentido no acostumbramos a percibir que se trata de un apellido catalán, y es que su promotor fue José Banús, natural del Alt Camp. Cuando se puso manos a la obra para levantar ese complejo marítimo, Banús ya había hecho fortuna y acreditaba una larga trayectoria en el mundo de la construcción. En la familia ya tenían un pie puesto como modestos contratistas locales, pero el gran salto para Banús vino durante la posguerra, gracias a los contactos que tejió en la Guerra Civil aprovechando su posición en la estructura de espionaje del bando franquista.

Las concesiones de cemento que logró justo terminada la guerra fueron sólo un preámbulo de su gran obra, porque fue uno de los contratistas encargados de levantar el Valle de los Caídos, la obra faraónica con la que el franquismo pretendía perpetuarse en la memoria de sus súbditos. Lo que le tocó a Banús fue proporcionar la grava y construir los accesos al recinto; otros promotores se encargaron de perforar la montaña para construir el complejo, o levantar la gran cruz que lo preside.

El siguiente proyecto, comenzado en 1953, fue la construcción del barrio de la Concepción, en Madrid, un lote de 3.000 viviendas con perfil de ciudad dormitorio que los anuncios de la época promocionaban como “un nuevo y modernísimo barrio de Madrid ”. Ante el éxito y el crecimiento demográfico de la ciudad, en 1958 el barrio sería ampliado con 8.000 viviendas adicionales, también construidas por Banús. Ya enriquecido con los proyectos inmobiliarios, Banús contrajo matrimonio a los cincuenta y cinco años de edad con una aficionada a la ópera de buena familia madrileña llamada Pilar Calvo Sánchez de León.

La culminación de su obra personal fue el proyecto con el que empezábamos este artículo, la construcción de Puerto Banús como epicentro del lujo para medio mundo, con presencia especialmente destacada de los capitales procedentes del petróleo del Oriente Medio, que eligieron Marbella y sus cercanías como lugar de recreo preferente.

José Banús murió sin descendencia oficial -sí tuvo una hija fuera del matrimonio- pero su hermano Joan, socio en todas las actividades inmobiliarias, tuvo cinco hijos que acabaron enfrentados entre ellos por cuestiones relativas a la herencia. Hasta hace pocos años, bien avanzado en el siglo XXI, las disputas continuaban en los tribunales. Sorprende que la muerte de un personaje tan destacado del franquismo como José Banús tuviera tan escasa presencia en los medios, apenas algunas breves notas constatando el hecho y poco más.

Como es habitual en las grandes fortunas, uno de los legados que dejó este constructor es una fundación, la Fundación José Banús Masdeu y Pilar Calvo Sánchez de León, ubicada precisamente en Puerto Banús y que se dedica a la promoción cultural, deportiva y turística de Marbella y su entorno.