El Radar

La prueba de fuego para Natàlia Mas, nueva 'consellera' de Economía: aprobar presupuestos

Natàlia Mas Tiza, la primera consejera de Economía  y Hacienda  de la Generalitat.
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La tentación está ahí. En el momento en el que se tenían que presentar los presupuestos de la Generalitat, Junts per Catalunya ha salido del Govern y, en consecuencia, el conseller de Economía, Jaume Giró, abandona el cargo y los presupuestos que estaba elaborando se quedan a medio camino. A la nueva consellera de Economía y Hacienda, Natàlia Mas, se le plantea ahora, por lo tanto, un reto difícil: elaborar unos nuevos presupuestos (esta es la parte sencilla: hay tiempo para hacerlos) y encontrar apoyos parlamentarios para aprobarlos. Aquí es donde se complica el asunto.

Encontrar partidos que voten las cuentas de 2023 no tendría que ser especialmente complicado. Si Junts no quiere, el PSC y los comuns podrían apoyarlos. El problema es que las lecturas que se puedan hacer de estas alianzas, sumadas a la proximidad de las elecciones municipales, lleven al Govern al camino más sencillo: no aprobar presupuestos y consolarse con prorrogar los de 2022. De hecho, este fin de semana la consellera de presidencia, Laura Vilagrà, y el presidente de ERC, Oriol Junqueras, han abierto la puerta a la prórroga presupuestaria. Este es, sí, el camino más fácil, pero también el peor para el país.

La Generalitat dispone para el año próximo de un techo de gasto de 33.100 millones de euros, un 13% más que este año. Esto significa que podrá gastar 3.800 millones de euros más, un aumento considerable. Aprobando unos presupuestos se puede decidir cómo se reparte este incremento: qué obras públicas impulsar, qué servicios mejorar, etcétera. Por eso los presupuestos son tan importantes, y también por este motivo su ausencia es una muestra de pobreza institucional. Las cuentas marcan las líneas de un gobierno.

Prorrogar los presupuestos, en cambio, lo complica todo. Sí que se pueden aumentar partidas de gasto concretas, pero se tiene que votar en el Parlament caso por caso, y acostumbran a ser “cuestiones políticamente correctas y que suscitan mucho consenso”, explica el economista Albert Carreras, que como secretario de Economía de la Generalitat entre 2011 y 2016 los tuvo que prorrogar. Por ejemplo: aumentar los salarios de alguna división de la administración o unas ayudas concretas para un colectivo. Pero son decisiones de piloto automático, no políticas que impulsen nada. En vez de tomar multitud de decisiones que dibujen hacia dónde quiere el Govern que vaya el país, la prórroga acostumbra a provocar que el dinero se gaste en pocas partidas de escaso impacto real. Y, por cierto: tampoco se pueden aprobar inversiones, avisa Carreras. De obra pública, nada de nada.

Y un último detalle, nada menor. Una prórroga presupuestaria también pone en riesgo los fondos europeos, alerta Albert Carreras. “Los fondos europeos tienen que pasar por presupuestos”, subraya. Según este economista, lo más probable es que la Intervención General del Estado (que es quien supervisa las cuentas públicas) no permita saltarse este paso.

¿Se pueden hacer?

En el momento actual, elaborar los presupuestos no es ningún contratiempo. El pasado viernes, el mismo día que Junts votaba salir del Govern, los diferentes departamentos de la Generalitat enviaron a Economía sus priorizaciones (con este nombre se conocen las listas de gastos que quieren realizar con el dinero del que Economía les ha dicho previamente que disponen). Y esta información está en manos de la Generalitat, por mucho que ahora haya un cambio de consellers.

Teniendo en cuenta que estamos a principios de octubre, completar y presentar los presupuestos no es, por lo tanto, ningún obstáculo. Otro tema es la conveniencia electoral de hacerlo. Pero, suponiendo que esto sea un problema, lo es para un partido, no para todo el país.

Lo que es de esperar es que el Govern presente las cuentas a tiempo para aplicarlas en 2023. Porque esto es gobernar. Si no, que convoquen elecciones.

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