Punto final en el Círculo de Lectores: internet obliga a pasar página

Llegó a tener un millón y medio de socios en España, y en Cataluña 50.000 suscriptores

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Punto final en el Círculo de Lectores: internet obliga a pasar página

Suena el timbre. Dolors, una vecina del barrio del Guinardó de Barcelona, ​​corre hacia la puerta. Por la mirilla ve a un repartidor y, como ya ha hecho tantas veces, lo recibe con un buen día risueño. Sabe que en el paquete encontrará los libros que encargó la semana pasada. No lo hizo por internet, sino a través de un agente comercial del Círculo de Lectores que también la visitó en casa, cargado con un catálogo para que ella eligiera las siguientes lecturas.

Desde 1962, esta escena se ha ido repitiendo en miles de hogares de todo el Estado. Bajo el cobijo inicial del grupo alemán Bertelsmann -una de las empresas más importantes de la comunicación en Europa-, el Círculo de Lectores irrumpió en el sector editorial español con un objetivo: llevar la lectura a todos los hogares de España. En 1990 la iniciativa había causado ya furor: contaba con un millón y medio de socios. En Cataluña también había arraigado con fuerza. Lo había hecho a través de Círculo de Lectores, la misma iniciativa pero con un catálogo formado exclusivamente por libros en catalán. En 1989, se había convertido en el club de lectura de referencia en Cataluña, con 50.000 personas suscritas.

El método era muy curioso. “En los primeros años, los libros se adquirirían por puntos y, cada mes, se canjeaban por obras editadas en tapa dura, desde clásicos modernos hasta publicaciones contemporáneas -recuerda el periodista y suscriptor del Círculo de Lectores, César Vidal, en un artículo en su blog-. Más tarde, se cambió el sistema de los puntos por el del pago en efectivo”. Los libros llegaban a los hogares gracias a un sistema puerta a puerta formado por un equipo de 5.000 agentes comerciales que, con los años, vio cómo el catálogo empezaba a diversificarse con películas, discos, artículos de parafarmacia, juguetes y productos de cosmética.

Precisamet fue este método tan característico el que hizo tambalear el Círculo de Lectores. “Los hábitos de consumo y la forma en que enfocamos nuestro día a día ha hecho que la venta puerta a puerta haya acabado desapareciendo -analiza Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendeduría de la Barcelona School of Management de la UPF-. Con el paso de los años, los hábitos de consumo se han modificado, los horarios laborales han cambiado y la vida se ha acelerado”, añade. Todo esto se acentuó a medida que internet se consolidó como un potente canal de venta.

En 2010, al sistema de venta de Círculo de Lectores ya le quedaban pocas páginas. Así que Bertelsmann accedió a vender el 50% de la empresa al grupo editorial Planeta, que terminó sellando la compra en 2014. Planeta intentó ponerlo al día creando un sello digital propio -Arrobabooks- y Nubico, una gran plataforma de comercialización de libros electrónicos. Pero en 2019 el grupo envió un burofax a sus comerciales. “Como sabe, el Círculo de Lectores se ha visto muy afectado por el cambio de hábitos de consumo de la ciudadanía derivados de la fuerte implantación de las nuevas tecnologías –explicaba la empresa–. Si bien hemos intentado reconducir esta delicada situación, nos duele tener que desactivar la red comercial”. A principios de noviembre, la actividad se detuvo para siempre y Planeta dio parte de los libros a la Biblioteca Nacional de España.

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