Sánchez decepciona sus propias expectativas

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Pedro Sánchez en el Congreso

El origen de la sesión de este miércoles en el Congreso hay que buscarlo en aquel ya lejano 24 de abril, un día antes del inicio de la campaña catalana, cuando Pedro Sánchez sorprendió a todos publicando una carta donde anunciaba que se tomaba cinco días de reflexión para decidir si seguía o no en el cargo debido a la persecución judicial que estaba sufriendo su familia. Después de cinco días de alta emocionalidad, con manifestaciones en la calle, y donde hasta el último minuto se transmitió la sensación de que dejaba de verdad, Sánchez compareció y anunció que continuaba por responsabilidad, e invitaba a la sociedad a abrir un debate sobre la regeneración democrática, en especial sobre la necesidad de combatir "la máquina del barro", es decir, la desinformación y las fake news. Más tarde anunció una comparecencia en el Congreso para explicar su plan de regeneración, que sobre el papel iba a ir más allá de los medios de comunicación y abarcar otros ámbitos, como el de la justicia, donde en los últimos tiempos se han detectado comportamientos claramente antidemocráticos, con jueces que se inventaban causas por terrorismo o traición o que se negaban a aplicar la ley de amnistía. Por eso, había muchas expectativas puestas en una comparecencia que, finalmente, no las ha cumplido.

Y es que Sánchez no ha ido prácticamente mucho más allá del discurso del pasado 29 de abril. De hecho, se ha limitado a enumerar los artículos del Reglamento Europeo de Libertad de los Medios de Comunicación, que son de obligado cumplimiento para España, en los que se habla de la necesidad de aumentar la transparencia tanto en lo que se refiere a la propiedad de los medios (el usuario tiene derecho a saber quién está detrás de cada medio) como a la publicidad institucional (los medios deben explicar la que reciben y las administraciones deben facilitar toda la información al respecto). Se trata de medidas que son necesarias y positivas, pero que no van al corazón del problema de la desinformación, que es cómo y quién decide qué es una noticia falsa y cómo se distingue los medios periodísticos profesionales de los seudomedios que no son más que herramientas de propaganda y agitación política. Quizás es mejor que el gobierno no se meta en esto, porque es un tema de una complejidad elevada, pero al menos se esperaba de Sánchez algún pronunciamiento más concreto.

Además, hay muchos más ámbitos en los que se podría actuar para regenerar la democracia sobre los que ni Sánchez ni ningún portavoz parlamentario dijeron nada. Por ejemplo, en el ámbito del periodismo sería necesario "alfabetizar digitalmente" a la ciudadanía para que sepa distinguir lo que es desinformación de lo que no lo es. Actualmente existe una gran confusión (y mucha demagogia interesada), y la ciudadanía ha perdido la confianza en el periodismo. Tampoco se dijo nada de, por ejemplo, que los mandatos de cargos como el del fiscal general no coincidan con los del ejecutivo, o que el Defensor del Pueblo o el director del CIS tengan perfiles no políticos. Son sólo algunas ideas para un debate más amplio que ni el propio Sánchez parece demasiado interesado en abordar con profundidad.

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