Ucrania

"Mientras sean leídos, serán recordados": la historia de dos escritores ucranianos asesinados

Volodímir Vakulenko y Victoria Amelina eran escritores y murieron por los ataques de las tropas rusas. Ahora se han erigido como mártires para reivindicar su idioma e identidad. Ésta es su historia

Olena Ihnantenko, en su casa, sostiene un retrato de su hijo, el escritor Volodymyr Vakulenko, hallado en las fosas comunes de Izium, en Ucrania.
Fran Richart
17/02/2025
7 min

Izium (Ucrania)Hay un rincón en el mundo, como muchos otros, donde la historia nunca va a limpiar. Donde las palabras, libros o cualquier obra no podrán describir sus horrores y lo único que nos quedará será un hoyo y una cruz de madera como testigos. Este lugar, en Ucrania, se encuentra en la población de Izium, en la provincia de Járkov, donde se encuentra una de las principales fosas comunes de la historia reciente de Europa. Hasta 451 personas fueron enterradas en un bosque escondido, para evitar su putrefacción en las calles, a raíz de los obuses y estallidos que los rusos utilizaron para entrar en esta población, mayoritariamente de campesinos y trabajadores, durante los primeros meses de la invasión. Las vergüenzas en la guerra se tapan con otras vergüenzas y, tras la retirada del ejército, las fuerzas armadas ucranianas descubrieron un terreno baldío que aún hoy permanece intocable como memoria de la barbarie contemporánea.

Las fosas de esa población fueron descubiertas tras la retirada rusa.
Las cruces tienen dibujado un número de identificación de la víctima enterrada.

La lucha de Volodímir Vakulenko

De estas cruces de madera, la 319 corresponde a la del escritor de literatura infantil Volodímir Vakulenko. Natural de Kapitolivka, una pedanía del distrito de Izium, Vakulenko fue hallado con signos de tortura y con dos disparos de bala disparados con una pistola Makarov. A su lado comparten cementerio improvisado vecinos y vecinas, niños, ancianos y hasta diecisiete soldados ucranianos fallecidos durante la ofensiva. Esto ocurrió entre finales de marzo y agosto de 2022. Equipamientos como el conservatorio del pueblo y la biblioteca pública fueron objeto de la destrucción de aquel ataque, así como el 70% de las construcciones de la ciudad y los edificios. Cuando en septiembre del mismo año las tropas del país liberaron a Izium, descubrieron el cementerio y empezaron las identificaciones genéticas para averiguar quiénes eran los muertos. El 29 de noviembre se hicieron oficiales los resultados de las muestras de ADN y se confirmó que Vakulenko estaba entre los difuntos de las fosas.

El escritor Volodímir Vakulenko.

"Decidió hacerse escritor tarde, cuando tenía unos 30 años, durante el segundo matrimonio. Era intolerante y duro con la corrupción y las injusticias, pero blando con los jóvenes y niños, sobre todo con los que necesitan cuidados especiales. Era una persona muy atenta con aquellos que sufrían dolor", explica su madre, Olena Ihnatenko. El escritor desaparecido, que había alcanzado cierta popularidad con su obra de ilustraciones y poesía infantil, cuidaba, solo, a su hijo adolescente con TEA, Vitali. Tanto éste como su otro hijo aparecen en la dedicatoria de su primer libro de éxito.

Pero, a pesar de que los rusos estaban asediando y entrando a fuego en Izium en los primeros meses de la escalada bélica del 2022, él decidió quedarse, tal y como explica Olena. Hubo un momento en que lo había empaquetado todo y estaba decidido a marcharse, pero en el último momento decidió quedarse. "Todo el mundo conocía su activismo y sus opiniones proucranianas, era muy terco. Y empezó a escribir su diario secreto, no tenía casi ni papel ni nosotros sabíamos de su existencia, porque era más que peligroso lo que hacía". Vakulenko no hizo publicaciones en las redes ni mostró su alegato en formato digital, porque temía que se pudiera editar, manipular o incluso borrar. Sus palabras las plasmó en una libreta de cuartilla, con un bolígrafo azul y rojo y con correcciones y palabras tachadas. Su transcripción, a posteriori, fue complicada al parecer un texto cifrado de 36 páginas.

Con la ocupación y llegada de los rusos, empezó la persecución. Un día, mientras estaba en el patio con su hijo Vitali, unos soldados se acercaron y hablaron. Se los llevaron detenidos y cachearon toda la casa, y poco después los liberaron. Dos días después, los rusos volvieron y se lo llevaron a punta de pistola. Era un 23 de marzo. Con su desaparición llegó el calvario de Olena, que empezó a preguntar sobre su hijo a las autoridades rusas. "Ellos me decían que no me preocupara, que estaba bien y que no pasaría nada". A pesar de las investigaciones y visitas reiteradas al comandante ruso, ella aún no sabía que el Volodímir ya estaba muerto.

El legado de Victoria Amelina

Meses después de la retirada rusa y del descubrimiento de las fosas, la escritora ucraniana de 36 años Victoria Amelina llegó al distrito de Izium, exactamente en el pueblo de Vakulenko, Kapitolivka. Ella formaba parte, entre más iniciativas, del PEN Ucrania y del proyecto Truth Hounds, que se dedica a documentar los crímenes de guerra en las poblaciones que habían estado ocupadas. Aunque había obtenido un cierto reconocimiento con un par de novelas -en castellano se puede encontrar Una casa para Dom, publicada por Avizor-, decidió poner su pluma a disposición del periodismo de investigación. Entrevistó al padre de Vakulenko, Volodímir, y éste le indicó que su hijo había escondido un manuscrito bajo un cerezo en el patio del último domicilio donde había vivido. Amelina desenterró las raíces del árbol frutal y rescató la libreta. Aquí comienza una historia sobre literatura y represión que ha quedado para la posteridad y para la memoria colectiva de Ucrania.

La escritora ucraniana, de 37 años, murió en el verano del 2023 cuando un misil ruso impactó contra un restaurante de Kramatorsk.

El diario de Volodímir Vakulenko contenía ciertas notas con descripciones y crónicas trágicas sobre el comienzo de la invasión a gran escala en febrero y marzo. Un día antes de su secuestro, el Volodímir enterró al diario bajo el cerezo del jardín y pidió a su padre que cuando las fuerzas ucranianas liberaran a Kapitolivka, lo recuperara.

Victoria consideró que, aparte de la publicación del manuscrito de Vakulenko, era necesario conservarlo como un tesoro nacional. Expuesto en el Litmuseum (Museo Literario) de Járkov, tras los últimos bombardeos que sufrió esta ciudad de un millón y medio de habitantes, la directora, Tetiana Piliptxuck, decidió, como han hecho los curadores con muchas de las colecciones artísticas y nacionales, trasladarlo a un emplazamiento secreto. Desde la invasión rusa, más de 120 trabajadores del sector cultural y unas 300 instalaciones (como conservatorios, casas museo, centros de arte, librerías y bibliotecas) han sido objeto de los misiles y drones rusos. Objetivos que representan fortalezas para la identidad y lengua ucranianas.

El conservatorio de la población de Izium, objetivo de guerra del ejército ruso.
La bibliotecaria de Izium abre las cajas llenas de libros en ucraniano entregadas por el PEN.

Amelina veía en el texto de Vakulenko una reverberación, una continuación, una hebra de la conocida Renaixença Ejecutada, una generación esplendorosa de pintores, escritores, poetas, actrices y actores e intelectuales en lengua ucraniana que durante los años 20 y 30 del siglo XX emergieron a la ciudad. Stalin, durante la gran purga de 1937 -conocida como Yejovixchina-, se encargó de asesinar a 300 y de represaliar a cerca de 30.000. El dictador no sólo los ejecutó, sino que su principal labor fue borrar todo el legado de ese movimiento cultural y nacionalista, del que un buen grueso de obras ha desaparecido para siempre. Actualmente, la nueva generación de artistas y literatos ucranianos reivindica su nombre e incluso el edificio conocido como Slovo -palabra en ucraniano-, que funcionaba en los años 20 como una común artística en el centro de Járkov de este colectivo irrepetible por muchos motivos, es ahora una residencia para creadores que necesitan.

El descubrimiento de Victoria Amelina convirtió a Vakulenko en un mártir de la documentación, de la literatura ucraniana que tantas veces se ha visto borrada y encarcelada por un gran país ruso que reniega, y en un héroe de aquellos que los ucranianos mencionan cuando la gente pronuncia el saludo nacional¡Slava Ukraini! ¡Heroyám slava!Un camino que siguió la propia Amelina el 27 de junio del 2023, cuando un misil balístico ruso impactó en una pizzería en la ciudad de Kramatorsk, a 24 kilómetros del frente, e hirió de gravedad. Entre los afectados estaba también el escritor Héctor Abad Faciolince, que formaba parte de una delegación colombiana que acompañaba a Amelina. La autora, como la mayoría de las víctimas de ese ataque, murieron pocos días después a causa de las heridas. El impacto del misil Iskander-K dejó a 13 víctimas mortales, incluidos tres adolescentes, ya 65 personas heridas.

Una última visita

Ahora otra delegación llega a la población de Kapitolivka para felicitar las fiestas a Olena y cantar al unísono el villancico Dobre vechir tobi (Que tengas una buena noche). Entre estos visitantes se encuentran escritores franceses y otros provenientes de Kiiv y de Crimea. La mayoría son activistas culturales que forman las filas del PEN Ucrania, la organización nacional que forma parte de la Asociación Mundial de Escritores. Vienen de visitar la misma capital, Izium, donde la bibliotecaria -que coloca la Biblia en el apartado de ciencia ficción- les ha agradecido la donación de libros que han hecho. Declaran que, pese a ser una población rusófona, tras el asedio del ejército ruso y su retirada han empezado a pasar al ucraniano y piden libros en la lengua nacional. La biblioteca fue una de las primeras instalaciones en abrir tras la fuga de los rusos.

El PEN lleva tiempo organizando estas misiones culturales, pese al riesgo de moverse cerca del frente y que las carreteras estén destrozadas por el paso de tanques y por los socavones de los obuses. Siempre van con cajas para dejar varios libros en ucraniano. EnKapitolivka, en su pequeña biblioteca, hay un retrato deVakulenkoque preside la sala donde todo el mundo sostiene unas velas mientras cantan "Que la Navidad te lleve consuelo, alégrate! Oh, alégrate, tierra, el Hijo de Dios ha nacido". La mirada de Olena parece desalentada, cansada y preocupada, porque a los setenta años se ha quedado sin hijo, y con su marido tendrán que cuidar solo a un adolescente con un futuro incierto. Cuando se despide dice una frase que puede parecer gastada, pero que en este contexto tiene una fuerza inconmensurable: "Mientras mi hijo y Victoria sean leídos como autores, serán recordados, y eso es lo más importante".

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