Homenotes y danzas

El tendero que llevó las escaleras mecánicas al Portal del Ángel

Joan Jorba Rius, propietario de los almacenes Jorba, ya aplicaba el marketing a principios del siglo XX

Joan Jorba Rius 1869-1938
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En la avenida del Portal del Ángel de Barcelona, ​​en el epicentro de la ciudad, un edificio art déco llama la atención de los peatones. Se trata de una de las tiendas que El Corte Inglés tiene en la ciudad, pero su historia como inmueble es muy anterior a la llegada de la marca del triángulo verde a la capital catalana, que no se produjo hasta 1962

El edificio mencionado es obra del arquitecto Calvet Peyronill. Levantado en 1926 y ampliado seis años más tarde, nació como sede de los almacenes Can Jorba. Más tarde, en 1964, la firma madrileña Galerías Preciados entró como accionista en la empresa catalana y la marca evolucionó hacia Jorba Preciados. El último paso, en cuanto a movimientos corporativos, se produjo en 1995, cuando El Corte Inglés adquirió a precio de saldo Galerías Preciados, que estaba a punto de quebrar.

El origen de todo ello debemos buscarlo en Manresa, donde la familia Jorba había construido su imperio comercial a partir de un patrimonio creado en el omnipresente sector textil. Una vez ocupó el mercado local, la voluntad de la empresa de crecer llevó a la familia a abrir nuevos grandes almacenes en Barcelona, ​​precisamente en el edificio al que nos referíamos al principio.

Pero antes abrieron una tienda mucho más modesta en la calle del Call, en el Barri Gòtic de Barcelona. El éxito del establecimiento les convenció para dar el gran salto y así nació el edificio monumental del Portal de l'Àngel. Si Pere Jorba Gassó (Manresa, 1904) fue quien tuvo la idea de abrir los primeros almacenes, fue su hijo, Joan Jorba Rius, quien pilotó el crecimiento del negocio familiar hasta el punto de abrir una tienda en el extranjero, concretamente en Bruselas.

La energía del heredero Jorba se canalizaba hacia una gran capacidad de innovación en lo que muchos años después se llamaría marketing y también en la búsqueda de nuevos canales de negocio, sobre todo a través de la venta por catálogo. El establecimiento se convirtió en la sede de infinidad de eventos para atraer al público. Se organizaban cursos y no sólo se invertía en publicidad radiofónica, sino que incluso se realizaban programas de radio in situ.

Además, los almacenes Can Jorba tuvieron el honor de ser el primer centro comercial del Estado que instaló unas escaleras mecánicas, a imagen de los míticos Macy's de Nueva York (aunque algunas fuentes atribuyen ese mérito a sus vecinos del Sepu). La prueba de la voluntad de notoriedad de Jorba es la torre de cincuenta metros de altura formada por las cinco letras de su marca que erigió en el recinto de la Exposición Universal de 1929.

Los planes ambiciosos de Joan Jorba obtuvieron frutos y pronto situó su comercio como el mejor de Barcelona, ​​con los rivales de El Siglo, situados en la Rambla. El destino quiso que en el edificio de El Siglo prendiera fuego el día de Navidad de 1932 y quedara reducido a cenizas. Jorba aprovechó esta circunstancia para reinar sin competencia en el gran comercio barcelonés. Y siempre con la voluntad de llamar la atención para atraer a más y más compradores, a partir de ofrecer servicios adicionales a la simple experiencia de compra. Por ejemplo, con una guardería, un zoológico, una terraza con bar, un despacho de correos e, incluso, concursos de castells (se realizaron tres ediciones a mediados de los años 60, ya bajo la denominación Jorba Preciados).

A los almacenes de Can Jorba todavía les tocaría vivir otra etapa singular como fue la colectivización a la que fueron sometidos a raíz del decreto de octubre de 1936, durante la Guerra Civil. Poco después de este proceso, y con un estado de salud muy delicado, Joan Jorba murió, el 21 de marzo de 1938. Pero los almacenes Jorba aún deberían hacer mucho camino, porque su edad de oro llegaría en los años 40 y 50, antes de empezar un declive que les llevaría al cambio de propiedad al que nos hemos referido antes. Muchos años después de su muerte, en 1957, Manresa bautizó con el nombre de Joan Jorba y Rius una calle en el centro de la ciudad.

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