Un traje firmado por Cristiano Ronaldo y un escote exagerado: las noticias frívolas del mundo de la moda

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Un momento de la semana de la moda de París

¿Qué opinarías si, a raíz de una reunión del G-8 donde las principales potencias mundiales se encontraran para debatir cuestiones de primer orden, los periodistas se limitaran a describirnos el coche con el que han llegado o comentar qué han comido? Definitivamente, sería inaceptable que no nos contaran los temas tratados y las decisiones tomadas. Pues con este ejemplo se entiende rápidamente qué sucede cuando los medios de comunicación cubren las noticias sobre el sector de la moda y los grandes eventos que mueven a la industria.

El período comprendido entre enero y marzo son meses muy movidos en este campo, ya que se suceden las llamadas semanas de la moda más importantes del año. En enero, inaugura la temporada la Semana de la Moda Masculina de París, seguida de uno de los eventos más esperados, la Semana de la Alta Costura, donde las pocas casas que la integran muestran unas cotas increíbles de creatividad, calidad artesanal, innovación y virtuosismo técnico, esenciales para crear imagen de marca y determinar el pulso del prêt-à-porter. El siguiente gran suceso es la Semana de la Moda de Nueva York, seguida de las de Londres, Milán y París, las llamadas big four por ser las más influyentes y determinantes. Todo esto se produce dos veces al año, en torno a febrero y septiembre, además de dos minitemporadas más, las de primavera/verano y otoño/invierno, sin contar las llamadas crucero, con un carácter más comercial.

Estos eventos son, para el mundo de la moda, lo que sería una feria profesional como el Mobile World Congress para la comunicación móvil o Fitur para el turismo. Se presenta la moda que encontraremos a la venta 6 meses después; medio año de anticipación que es el tiempo que la industria necesita para reaccionar a las nuevas tendencias y poder producirlas. Los desfiles son puntas de lanza para la moda futura y sitios de encuentro esenciales entre inversores y diseñadores. Por tanto, aunque no seamos profesionales, lo que allí se presenta afectará directamente a nuestra cotidianidad, porque los agentes allí congregados deciden por nosotros lo que vestiremos a diario en un tiempo, mientras seguimos creyendo que lo de la moda no nos afecta ni va con nosotros.

A pesar de la importancia de estas semanas, los medios de comunicación sólo nos muestran lo más insignificante y anecdótico. Georgina Rodríguez desfilando con un traje rojo firmado por su marido Cristiano Ronaldo, Kanye West con el rostro cubierto de la mano de su pareja con media cantera a la vista o los múltiples estilismos de Zendaya. Nunca falta el traje más estrafalario o alguna famosa desfilante, siempre que no hayan tenido la suerte de captar la caída de alguna modelo en la pasarela. Pero... ¿quién explica las tendencias más importantes, las innovaciones más destacadas, las colaboraciones más interesantes o los cambios de rumbo estilísticos de las casas?

La creencia de que el mundo de la moda es frívolo, en vez de aceptar que es un sector clave económica y socialmente, sigue afectando a la forma en que se explica y atizando el prejuicio. Despreciarlo hace que los principales medios de comunicación crean que no es necesario un grado de especificidad ni de conocimiento en la persona que cubre la noticia, que, por ignorancia absoluta, acaba informándonos de cuestiones tan irrelevantes como el modelo más caro o el traje más provocador. Pero ¿permitiríamos que esto sucediera en otros campos del periodismo? Y de este modo, seguimos maltratando a un mundo y perpetuando una creencia demasiado extendida, la de la moda como algo superficial y prescindible, que ya es hora de que empecemos a cambiar.

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