'EPIC FAILS'

Veinte años del Cube, el ordenador fracasado de Apple

Marc Amat
3 min
Veinte años del Cube, El ordenador fracasado de Apple “Apple decidió apostar fuerte por el diseño, un factor que puede ser decisivo a la hora de comprar un producto”, explica Xavier Ferràs, profesor de Esade. “Pero Steve Jobs olvidó un factor clave: dotar al Cube de unas prestaciones al menos iguales a las del resto de opciones del mercado que tenían un precio similar”, concluye.

Pasaban pocos minutos de las nueve de la mañana cuando la platea del centro de convenciones Jacob K. Jabits, en Manhattan, estalló en aplausos. En el escenario acababa de aparecer Steve Jobs. Jeans, jersey liso negro de cuello alto, gafas discretas y, sobre todo, un mando a distancia en la mano. Detrás suyo, una gran pantalla de proyección. Los amantes de las nuevas tecnologías llevaban días esperando el jueves 19 de julio del 2000. La prensa también había hablado de ello. Todo el mundo se preguntaba qué novedades presentaría el presidente ejecutivo de Apple en la Macworld Expo New York 2000. La respuesta les llegó cuando hacía exactamente una hora, 21 minutos y 46 segundos que Jobs había aparecido frente a sus ojos. “Os presento el Power Mac G4 Cube –dijo el cofundador mientras aparecía el flamante ordenador sobre un pedestal–. Seguramente, el producto más bonito jamás diseñado”, añadió.

Criterios estéticos aparte, el Power Mac G4 Cube era un ordenador extraño. Se trataba de un pequeño cubo metálico de 18 centímetros de lado que flotaba dentro de un recipiente transparente de cristal acrílico. Pero también era novedoso en otro sentido. "Nuestros ingenieros han logrado que sea silencioso", explicó Jobs durante la presentación. El modelo, a medio camino entre el Power Mac G4 y el iMac G3 de la época, era uno de los primeros ordenadores que no necesitaba ventiladores para su funcionamiento. Pero el ordenador tampoco hizo ruido cuando salió al mercado. Fue un fracaso.

“Con el Cube, Apple se pasó de frenada”, opina Xavier Ferràs, profesor de Esade experto en innovación. En 2000 la compañía de Cupertino venía de vivir una época complicada. "Apple se estaba recuperando de una situación que en 1996 casi la hizo desaparecer", contextualiza el experto. La competencia con la tecnología creada por IBM había conducido a la empresa a una situación límite. "Apple estaba exhausta, tenía menos recursos para innovar que sus competidores y luchaba a la desesperada por encontrar elementos de diferenciación", explica. Además, la empresa había vuelto a fichar en 1997 a Steve Jobs como presidente ejecutivo, después de que una guerra intestina le apartara de Apple en 1985.

CON ÉL A la cabeza, la compañía había presentado en 1998 iMac, el primer ordenador preparado para la era de internet. “En realidad tenía pocas prestaciones, pero era muy bonito y llamativo -apunta Ferràs-. Fue entonces cuando Jobs descubrió que valía más un armazón coloreado que un gran procesador”, rememora. Cube iba en esta línea. "Apple tenía que competir en diseño porque no podía enfrentarse al sistema operativo Windows ni a los procesadores de Intel", apunta. Pero el mercado no lo entendió. Cube costaba 200 dólares más que el Power Mac G4 pero, en cambio, no incluía monitor ni altavoces integrados. Además, las primeras remesas llegaron a las tiendas con una tara: el cristal acrílico tenía pequeñas grietas. El 3 de julio del 2001, menos de un año después del lanzamiento, Apple anunció (también de forma bastante silenciosa) que detenía su fabricación para siempre.

La lección

"Apple decidió apostar fuerte por el diseño, un factor que puede ser decisivo a la hora de comprar un producto", explica Xavier Ferràs, profesor de Esade. “Pero Steve Jobs olvidó un factor clave: dotar al Cube de unas prestaciones al menos iguales a las del resto de opciones del mercado que tenían un precio similar”, concluye.

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