1. Una bandera española con un gran agujero: he aquí la imagen más impactante de las manifestaciones contra los pactos de investidura de Pedro Sánchez. A los milenniales quizás no les dirá nada, eso de la bandera agujereada. Para la gente de mi generación, en cambio, el mensaje contiene una importante carga de profundidad. El 25 de diciembre de 1989, el dictador rumano Nicolae Ceausescu y su esposa Elena fueron fusilados tras una breve parodia judicial. Las manifestaciones que precedieron a aquel acto estaban llenas de banderas con gran ojal: el escudo comunista lo habían recortado. En este sentido, ver una bandera española en la que el escudo constitucional ha sido eliminado con unas tijeras impresiona, la verdad. El paralelismo con los hechos de hace 34 años es inquietante. Siempre se han visto símbolos de la Falange, mutaciones de cabras de la legión o personajes con un rosario y una fotografía de Franco. La bandera agujereada, en cambio, es inédita, y su mensaje, de algún modo, también: como ocurría en 1989 en Rumanía, habla de una aspiración de futuro, no de simple nostalgia del pasado. Cuidado, pues.
2. La idea subyacente que otorgó fuerza al fenómeno de masas del 15-M era que la legitimidad democrática ya no se basa en el resultado de elecciones regladas y transparentes sino en el grado de amplificación mediática que obtienen determinados actos espectaculares (acampadas, manifestaciones, altercados, etc.). También depende del resultado de determinadas encuestas que se refieren a la aceptación o rechazo popular de estos actos. Al menos en ese momento, no se trataba tanto de una teoría articulada como de una mentalidad vinculada a inercias generacionales que tenían que ver, sobre todo, con la entonces nueva comunicación digitalizada de las redes (hablamos de 2011). Si este análisis es correcto, el problema podría concretarse así: una propuesta, sea cual sea, puede ser debatida argumentalmente; una mentalidad, en cambio, no. Esto significa que, en realidad, no puede existir ningún debate de ideas, porque lo que está en juego es anterior a su formulación en forma de consignas. En ambos casos, la razón profunda de la disputa estaba relacionada con los mecanismos de representatividad que otorgan legitimidad. En el caso del 15-M, el paisaje de fondo de la indignación era la respuesta gubernamental a la crisis económica de la época, basada en recortes; hoy, el contexto es un pacto de gobierno que se considera ilícito aunque sea totalmente legal. Por eso en el año 2011 había, y sigue habiendo, una contraposición constante entre la supuesta democracia verdadera y legítima y otra ficticia y sujeta a los intereses de las élites. Varían, por supuesto, la escenografía y la fraseología ideológica, pero la actitud desconfiada hacia un sistema que no se reconoce como legítimo ("no nos representáis") es exactamente la misma.
3. Del 15-M salió la constelación de grupos que hoy forman Podemos, Sumar, Más País, etc., con todas las correspondientes variantes y subvariantes locales. Como es ley de vida, todo esto generó un destrozo, el de Izquierda Unida e Iniciativa per Catalunya, entre otros. El tiempo ha mostrado que todo aquello era más bien ilusorio, pero esto es otro tema. ¿Las "acampadas" del noviembre conservador de 2023 seguirán la misma dinámica? Es decir, ¿PP y Vox experimentarán algún tipo de reestructuración derivada de estos actos? No tengo el don del vaticinio, pero me parece razonable pensar que todo dependerá de si todo esto hace o no aflorar nuevos liderazgos (en el 2011 ocurrió lo mismo). Por el momento, no creo que sea el caso. El liderazgo político posmoderno consiste básicamente en equilibrar la demagogia ideológica con el cinismo mediático. Imposible competir con Feijóo o Abascal, pero nunca se sabe.
4. Ciudadanos surgió de los socialistas descontentos con la política lingüística del tripartito liderado por Pasqual Maragall. Luego el producto se expandió. Primero se acercaron al PP y finalmente mostraron su verdadera naturaleza pasándose en masa a la facción más radical de Vox. Ahora son VoCs, simplemente. Es evidente que muchas personas que votaron al PSOE el pasado julio están descontentas. ¿Qué puede ocurrir? Antes ya he dicho que no sé hacer profecías, pero creo que en este caso la clave será la sensación, siempre subjetiva, de estabilidad y gobernabilidad. También de una gestión de los símbolos que no resulte lesiva para nadie.
5. En Argentina acaba de ganar las elecciones Javier Milei. Muestra la nueva dirección de los vientos que soplan. Esta locura no parece algo efímero. De hecho, ya es la norma, y hay que tomar nota también aquí.