Los aceleradores de los feminicidios

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Estas últimas semanas es constante la pregunta sobre el aumento de los feminicidios. Y la respuesta no se debe a un solo factor, sino a la interacción de varios elementos –alguno estructural y otros individuales.

De hecho, cuando trabajamos con el análisis de los casos de violencia machista en el ámbito de la pareja, trabajamos con factores de riesgo que por sí solos no nos dan la razón de un asesinato, y debemos analizar con profundidad la interacción y combinación de diversos factores (como la historia personal del asesino, la relación de pareja, o los elementos que construyen lo que podríamos llamar la ideología del agresor).

Una forma clara de analizar los feminicidios es el símil con una fórmula química: tiene una serie de elementos comunes (presentes en la mayoría de casos) a los que se suman unos aceleradores, que acaban siendo catalizadores para la reacción final (en este caso, el asesinato).

Por tanto, hay una serie de elementos que conforman la fórmula base de la mayor parte de feminicidios (el agresor siente que pierde el control sobre su mujer porque ella le propone romper la relación, porque el agresor es conocedor de que la mujer tiene una nueva pareja, la escalada de la violencia...), pero hay otras que aparecen y que son de naturaleza más contextual o estructural y que impactan en la reacción química añadiendo más presión.

En este sentido, existen tres elementos que son claves para entender el momento actual:

  1. Más límites a la violencia: una mayor conciencia social a través de la prevención es clave. Así, las mujeres y su entorno identifican la violencia, y es más probable que quieran acabar con ese infierno. Por tanto, hay más situaciones en las que el agresor siente que pierde el control, y, de hecho, la media de años de las relaciones violentas disminuye. Ante esta resistencia, el hombre se puede mostrar más violento porque siente que pierde la suya mujer.
  2. Ideología: La violencia latente y previa puede verse reforzada a través de unos entornos que cada vez ocupan más espacio público y que alimentan el negacionismo, el odio a las mujeres y el rechazo directo a la igualdad. Esta reedición del machismo sobre todo en las redes alimenta pensamientos como que las mujeres hacen la vida imposible a los hombres, que los hombres están en peligro e incluso que hay que aleccionarlas. Justificando la violencia por recuperar los privilegios perdidos. Por tanto, los asesinos encuentran refugio y refuerzo en esta cruzada contra aquella mala mujer que quiere reventar su vida.
  3. Vacaciones: un momento temporal de alto voltaje. Tras las vacaciones se produce un aumento de separaciones porque la convivencia genera tensiones y cuando desaparece lo cotidiano también desaparecen los momentos de distensión (como el trabajo, encuentros con amistades o el deporte). Y en verano, en una relación violenta, se intensifica exponencialmente la acumulación de los momentos violentos.

Es necesario analizar los factores de cada feminicidio para identificar sus aceleradores y neutralizarlos. Sólo así podremos confrontar esa lacra machista tan terrible que no cesa.

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