Elecciones Barcelona
08/12/2025
Periodista
2 min

"Hablar de los problemas". He aquí la salida que están probando los partidos, incluidos los de la izquierda socialdemócrata que ha probado durante décadas la miel del gobierno y se resiste a ser barrida por el viento autoritario que hela todo el hemisferio norte.

Se acabó de embellecer los problemas con el eufemismo retos o menospreciarlos porque la derecha se les había apropiado. No ha sido necesario ni que se lo dijeran las encuestas; se lo han oído decir dentro, en casa misma, sobre todo entre los más jóvenes, que, por definición, no tienen paciencia ni miramientos cuando pasan cuentas: ¿qué estímulo tengo para votarle, si habéis estado gobernando siempre y sois, por tanto, los responsables de este presente sin mucho futuro?

El problema de los problemas es que han ido alcanzando unas magnitudes que piden mucho más que un estratega electoral espabilado. Los algoritmos nos roban la atención y la capacidad de pensar críticamente, y nos hartan a base de palomitas, en un contexto mundial de violencia bélica y económica. Y esto no lo es todo: el cambio cultural no es sólo tecnológico o de concentración de la riqueza, sino que, como observa Rob Riemen en su libro, tan subrayable, La palabra vencedora de la muerte (Arcadia), los valores espirituales y morales han sido sustituidos "por una política de miedos y deseos".

Hablar de inmigración, seguridad y vivienda, y dejar de hablar de precariedad y llamarlo pobreza, es necesario pero no es suficiente. Porque las soluciones no llegarán de la mano de un solo partido, y menos cuando los partidos no son ni capaces de aprobar los presupuestos de nuestro dinero. Entre los problemas de los que hay que hablar está cómo la gestión política debe recuperar el respeto entre las personas. Para hablar de problemas sin hablar de valores, ya tenemos las máquinas.

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