Ana Pontón, el gallego y el catalán

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Ana Pontón, candidata del BNG a las elecciones autonómicas gallegas.

Este domingo sabremos si el fenómeno Ana Pontón alcanza la cima. Sabremos si Galicia tiene por primera vez a un presidente (una presidenta) nacionalista gallega. En sus palabras, de un nacionalismo entendido "en clave de progreso y avance social, que no se puede confundir ni con el imperialismo ni con el chovinismo. Un nacionalismo solidario, internacionalista y que defiende los derechos de todas las personas, nazcan donde nazcan". El BNG puede llegar por primera vez a gobernar. Desde la restauración de la Xunta a los inicios de la democracia (los orígenes de la institución de autogobierno se remontan a 1528), en Galicia siempre han mandado partidos de ámbito estatal: hasta 1981, la UCD, y después se han ido alternando el PP y el PSOE, con un claro predominio de la derecha. Los más longevos en el cargo fueron el exministro franquista Manuel Fraga Iribarne (1990-2005) y el aún líder de los populares españoles Alberto Núñez Feijóo (2009-2022). Feijóo ganó las últimas gallegas con una clara mayoría absoluta, obteniendo el 48% de los votos.

Ahora las encuestas abren la posibilidad de que el BNG, con el apoyo del PSOE, pueda desbancar a los populares. Parece que Ana Pontón lo tiene cerca. Lo sabremos pronto. En la entrevista que concedió hace unos días a este diario, esbozaba su programa, muy parecido al que desde Catalunya lleva años defendiendo el soberanismo: competencias blindadas, financiación propia que incluya la recaudación de impuestos, control de puertos y aeropuertos, que las empresas que tienen su actividad en Galicia pero la su fiscal en Madrid tengan que cotizar en Galicia... Todo esto les suena, ¿verdad?

La cuestión de la lengua es también una preocupación central. El uso social del gallego está retrocediendo: en 2003 el 61% de la población decía hablar habitualmente en gallego o más en gallego que en castellano; en 2019 había descendido al 52,3% (y, ¡atención!, entre los 5 y los 14 años, al 26,2%). Este rápido y acusado descenso no se debe a que haya aumentado la población con la inmigración (de hecho, Galicia ha perdido 100.000 habitantes en 15 años), sino por las políticas de desprotección aplicadas por Feijóo, que cuando accedió a la presidencia en el 2009 deshizo el pacto escolar impulsado por el PSOE y el BNG, y firmado también por el PP, que establecía el uso del gallego en la mitad de materias obligatorias, entre ellas matemáticas y física.

Feijóo ha impulsado un supuesto «bilingüismo cordial» que en educación infantil permite a los padres elegir lengua –gallego o castellano– y en secundaria obliga a realizar las asignaturas científicas en castellano. Recuerda mucho lo que en los inicios de la Transición el presidente Adolfo Suárez dijo sobre el catalán cuando un periodista de la revista Paris-Match le preguntó si se podría estudiar bachillerato en euskera o catalán: "Su pregunta, perdone quien se lo diga, es tonta. Encuéntreme, primero, unos profesores que puedan enseñar química nuclear en euskera o en catalán. Seamos serios. .."

El PP gallego se lo ha tomado muy en serio. Por si había –que los hay– profesores que puedan enseñar física o matemáticas en gallego, lo han prohibido. Y se acabó el problema. Además, con el decreto de multilingüismo de 2010 quiso implantarse un tercio de las asignaturas en inglés, con el gallego de nuevo como gran perjudicado. El resultado del "bilingüismo cordial" de Feijóo es, según Pontón, que en la actualidad hay niños que entran en la escuela hablando habitualmente gallego y salen del instituto con el castellano como su lengua de uso. O sea, están consiguiendo con los gallegos lo que el ínclito ministro de Educación José Ignacio Wert quería para los de aquí: "Espanyolizar a los niños catalanes". Pontón denuncia que "el PP está robando el gallego a los niños" y se propone hacer "un gran pacto" por el idioma propio con el gallego como "la lengua vehicular" de la enseñanza... ¿Esto también les suena, verdad?

En fin, primero será necesario que Pontón gane y después faltará ver qué le deja hacer la justicia. En todo caso, sería una buena noticia recuperar a Galeusca –concepto político nacido hace un siglo– como tridente de la plurinacionalidad.

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