Viaducto del Corredor Mediterráneo en Hospitalet de l'Infant.
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La autopista AP-7 es la columna vertebral del país. El resto de vías son extremidades de un cuerpo estructurado. La AP-7 se trazó con la suficiente calidad (compárese con la A-2 de Lleida) y ha sido de peaje durante 50 años, prorrogados por la ampliación del tercer carril (y, de rebote, con prórroga en la C-32). La única magnanimidad ministerial fue el cuarto carril del tramo Vallès y sacar el peaje de Bellaterra, cuando ya pasaban más coches por los laterales que por el tronco. Hoy la AP-7 hace de gran conector de toda la Península con Europa y Marruecos. Los vehículos pesados ​​suponen más de una cuarta parte del total. Cada día, la AP-7 lleva hasta 13.000 camiones al paso de La Jonquera, y más de 25.000 transitan por el tronco central del Vallès.

La promesa del Corredor Mediterráneo es ficción. Para alcanzar el 10% de los 13.000 camiones diarios de La Jonquera haría falta un tren por hora y sentido. Para alcanzar el 30% se necesitarían tres, y todavía no estaríamos cumpliendo con las recomendaciones europeas, porque los trayectos ferroviarios no son completos y el camión recorre más itinerario.

Trasladar el transporte de mercancías del camión al ferrocarril no es tendencia. Desde hace veinte años, descienden las toneladas transportadas por tren. Mientras, la carretera no deja de aumentar en toneladas acumuladas. Europa pide más transporte ferroviario, pero en Cataluña cumplíamos mejor con las recomendaciones europeas en el 2000 que ahora.

Es imposible del todo que la solución venga de un Corredor Mediterráneo que por ahora conecta puertos y la estación de la Llagosta, hasta ahora la única estación intermodal de mercancías casi recién construida (de las otras sólo se habla o están proyectadas). Y más tratándose de un corredor que es sólo un tercer carril a lo largo de las viejas líneas de Cercanías y Regionales, utilizando en algunos tramos la vía de la alta velocidad, pero sin los apartaderos que facilitarían que los trenes rápidos avancen los lentes de mercancías. Todo ello son simples opciones de infraestructura, sin estrategia de servicios ni plan económico. Además, nunca se ha tenido en cuenta la demanda de subir los camiones (enteros, o la carga sin la cabina) al ferrocarril. El escenario es de un profundo desbarajuste y la mayoría se autoengaña mientras celebra el nuevo traje del emperador.

Cataluña es un tronco delgado por la cantidad de ramas frondosas que cuelgan, y que abarcan más de la mitad peninsular. Este tronco delgado sólo funcionaría en ausencia de un volumen significativo de transporte de mercancías. Es un gran cuello de botella. ¡Suerte, pues, que el Banco Mundial financió la AP-7! Hoy Cataluña es lo que es gracias a ella. Pero ahora, claramente, en este tronco peninsular necesitamos una vía férrea de mercancías específica (no pegada a otra, como el Corredor Mediterráneo), con identidad propia, en una inversión digna de lo que fue la AP-7. ¿Cómo sería? Lo hemos dibujado como dos vías que correrían en paralelo a la alta velocidad, sin impacto en el medio y separada de las poblaciones. Pero, aparte de la infraestructura, debemos pensar en los servicios y en la gestión de la movilidad.

Llamamos AF-7 a lo que sería un servicio de autopista ferroviaria, por ejemplo de la Aldea en Vilamalla, a escala catalana, pero también de Valencia a Narbona y más allá a escala europea. ¿Qué significa "autopista ferroviaria"? Quiere decir subir todo el camión al tren, para combinar la eficiencia del puerta a puerta con la eficacia de la productividad ferroviaria. Un paso más sería desplazar el remolque sin la cabina, pero llegaremos. Porque, quien piense que alcanzaremos los objetivos europeos sólo con contenedores enviados desde los puertos y alguna estación escasa, lo tiene claro. La logística es sofisticada, no un simple silogismo.

Deberíamos pensar en subir al tren más o menos la mitad de los camiones de la AP-7 para hacer más cómodos, seguros y energéticamente mejores los trayectos. Recordamos que Europa presenta un déficit de unos cien mil camioneros y que el ferrocarril es valor añadido y productividad. Esta escala de objetivo representaría una veintena de trenes por hora y sentido por toda la AF-7, que peinaría el país de norte a sur.

Esta gobernanza del transporte debería ir enmarcada en una política de movilidad que incorporara una gestión global: económica, tarifaria, energética… y en ese marco el paso de camiones por autopista debe ser tasado, tal y como marca Europa, a diferencia de nuestra gratuidad generalizada, europeos incluidos (subvención que no es recíproca).

¿Es admisible que en la región metropolitana de Barcelona y más allá convivamos con el actual tráfico de AP-7, agresivo, denso y que estropea la movilidad local?

La España radial ha uniformado la Península con autovías y ha nacionalizado las radiales de Madrid. Pero no actúa con sentido de equidad en el frente mediterráneo, principal corredor de mercancías. Seguimos con el trato de siempre. Y la distancia ministerial ya la esperamos, pero la falta de criterio catalana, no. Debemos admitir la ficción del corredor. Hemos sido incapaces de garantizar un trato inversor de mínima equidad, hacer una reclamación solvente y situarla en un contexto de proyecto de país.

¿Y cuál sería ese proyecto? Articular unos servicios regionales en alta velocidad, como ha hecho Madrid, que ha cosido a los 11,6 millones de habitantes de las dos Castillas con la capital. Y, al mismo tiempo, planificar el transporte de mercancías y la red ferroviaria del conjunto del país. Regionales en alta velocidad empezamos a hablar en el 2016, hace ya casi una década, y nada. Mientras tanto, no aspiramos ni a mercancías, ni a regionales ni a una red de transporte construida (autopistas, ferrocarriles...) como debería, cosa que sería igualdad de trato y no ninguna singularidad especial. En los años sesenta nos tocó la lotería del Banco Mundial, si bien lo pagamos con creces: en el banco, en la constructora, en las sucesivas concesionarias y en impuestos. ¡Y somos muy buenos pagando! Pero ahora necesitamos formular un nuevo horizonte. Esto, o esperar un nuevo manantiales ex machina exterior que nos redima.

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