Nuestra vida discurre, los días de cada día, caminando por calles visibles y por otras que quizás son más incógnitas pero igualmente imprescindibles. Este lunes 28 de abril de 2025, un lunes llamado a repetir los procedimientos habituales de cada uno con el conocido grado de automatismo, ha cambiado radicalmente cuando los trenes a los que nos habíamos encaramado sin ninguna incidencia anunciada han detenido su trayecto, cuando los metros a los que habíamos accedido con ascensor y con las estaciones iluminadas.
Los hornos de pan, los cajeros automáticos, los semáforos; los ascensores, tanto colectivos como individuales; todos estos sistemas han detenido su funcionamiento, y todos los que los estaban utilizando han pensado que les fallaban en el momento más inoportuno.
La mayoría de hospitales tienen grupos electrógenos que aseguran que los soportes vitales de quirófanos y unidades de cuidados intensivos seguirán recibiendo electricidad, pero existen infinitas acciones de aspiración, de limpieza, de consulta, de pruebas diagnósticas que no disponen de energía eléctrica. Así, aunque en diversos grados, el funcionamiento de un servicio sensible como la atención a los enfermos se ve gravemente alterado.
Las puertas de muchos aparcamientos, las planchas y hornos de muchos restaurantes, el impulso de muchos sistemas de suministro de agua, han dejado de funcionar. Vivimos en una sociedad en la que no sólo los humanos vamos arriba y abajo con coches que llenan autovías cada vez más anchas. También el cableado eléctrico y el flujo de partículas eléctricamente cargadas forma parte de este ruido que llamamos cotidianidad.
Todos hemos descubierto el alcance de este ir y venir de electrones cuando a las 12.36 ha dejado de funcionar en un "incidente excepcional" que ha afectado incluso a la comunicación telefónica y las redes de internet.
Se trata de un incidente que obliga a activar todos los procedimientos de emergencias por la afectación que puede tener sobre las personas y, como tal, tiene un alcance impensable. Este lunes hemos descubierto que existe un punto crítico y vulnerable en la red eléctrica de la Península Ibérica. Se trata también de un incidente que obliga a activar mecanismos de protección civil, y como tal tiene una diversidad de casuísticas que, aunque las intentáramos listar todas, olvidaríamos algunas. Los poderes públicos deben movilizar y dosificar a todo el personal especializado en la lista de las casuísticas, una lista incompleta porque siempre hay alguien en una situación complicada y no detectada.
Será difícil cuantificar las afectaciones en ascensores en viviendas unifamiliares y plurifamiliares, en soporte sanitario en los domicilios, en accidentes de circulación desregulada, en bombeo de aguas, en tiempo de trabajo y en sustos.
La información, como siempre, se ha convertido en clave para el comportamiento de los ciudadanos. Los momentos más críticos han sido cuando se han visto afectados los canales por los que recibir la información de la que disponían los gobernantes, los expertos o los conocidos. En una emergencia debemos saber que nuestros familiares están bien; sin esta información es difícil poder ayudar a todos los que lo necesitan.
Por unas horas, en este regreso al pasado que nos deparaba un lunes cualquiera, hemos maldecido no tener pilas para el viejo transistor y hemos buscado la manera de escuchar voces especializadas.
Cataluña, situada al norte de la Península, ha ido recuperando alguna normalidad, pero, al caer la tarde, en los lugares sin electricidad la seguridad que normalmente protege a personas y bienes adquirirá, por su ausencia, más protagonismo. En estos momentos, en algunos establecimientos donde deben destinar más esfuerzo a atender a los clientes, donde han tenido que recurrir a viejas calculadoras, etcétera, ya hay quien se aprovecha. El saqueo es siempre la cara más desagradable de los días en los que observamos, también, que muchas personas ayudan a otras.
El móvil, casi sin batería y sin sitio para cargarla, nos ha prestado, con todo, el mejor servicio. Las múltiples linternas han ahorrado muchas caídas.