El Barça y el alma

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Raphinha lamentándose tras fallar una ocasión de gol.

Las metáforas son poderosas. Hacen titulares, apelan a las emociones, son etiquetas, no se borran y todo el mundo las entiende, pero después hay que bajar la metáfora en el terreno del diagnóstico para encontrar el remedio, y entonces las cosas no son tan fáciles. ¿Qué significa Xavi cuando dice que el equipo del Barça no tiene alma? Si quiere decir que los jugadores no se esfuerzan lo suficiente, algo tendrán que ver el entrenador y el suyo staff, aunque la primera responsabilidad recaiga en los jugadores, que están teniendo un rendimiento muy por debajo de lo que cabría esperar de una plantilla que debería hacer un fútbol más competitivo. Es inadmisible tener que mirar al Girona con prismáticos en la clasificación.

Hay una relación muy directa entre la marcha del equipo y la del club. Si hay partidos en los que el Barça no tiene alma es porque hace años que la va perdiendo. El equipo no va bien porque el club no va bien, endeudado hasta el límite de la quiebra, activando palancas que hacen corto: el Barça no tiene la plantilla que quiere sino la que puede.

Raphinha se tapó las orejas después de marcar un gol. Otra metáfora: lo que digan los aficionados nos da igual, sólo se aceptan aplausos. El fútbol profesional lleva tiempo tapándose las orejas para oír sólo el tintineo del dinero. En el caso del Barça, se empieza definiendo los partidos como "un producto", se sigue dudando entre sí subir a Montjuïc debe costar el doble o la mitad que ir al Camp Nou y se acaba decidiendo que ya no se enviará el carnet de socio en casa, con una ignorancia supina de lo que representan los vínculos simbólicos entre los socios y un club que, además, hace gala de ser algo más. Se van cortando hilos de relación afectiva. Y así es cómo se pierde el alma.

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