Barcelonitis aguda y amnesias selectivas
Que el presidente del Barça, Joan Laporta, haya dado el primer gran mitin de campaña electoral aprovechando la cena de Navidad del club es lo de menos. Un presidente siempre está en campaña y, además, cualquier culé suscribe lo que ha dicho sobre el Madrid: que tiene "barcelonitis aguda".Las razones son claras: el Barça le pasó la mano por la cara al Madrid la pasada temporada tantas veces como quiso pese al fichaje de Mbappé; en verano el Madrid cambió de entrenador y es segundo a cuatro puntos del Barça, y el presidente blanco necesita que no se hable mucho del fiasco del nuevo Bernabéu y de la futura venta de parte de la propiedad del club.
Pero más allá de motivos coyunturales, el día que el Barça abandonó el proyecto de la Superliga y volvió a acercarse a la UEFA, Florentino y Laporta dejaron de ir de la mano. Por eso hemos vuelto a la época de barra libre para las hostilidades presidenciales.
Con todo, los socios del Barça deberían ser más exigentes a la hora de aclarar qué ocurrió con el caso Negreira. Ningún árbitro ha reconocido haber actuado acondicionado para silbar a favor del Barça. Entrenadores como Luis Enrique y Valverde han declarado ante el juez que ellos nunca vieron un informe, pero los informes existieron y, según todas las informaciones, el Barça pagó a Negreira casi ocho millones de euros entre el 2001 y el 2018. Una cosa es que el Madrid no esté para dar lecciones sobre la neutralidad de los arbitrajes o que quieran la historia otra que no nos preguntamos por el circuito que siguieron ese dinero, si, como parece, no influyeron en la competición. ¿Quién se benefició?
