Cadenas, Haushofer, Pietrelli

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Núria Cadenas

Tres de las mejores novelas que he leído en los últimos tiempos (en los últimos años) son de las autoras citadas en el título. Núria Cadenes ha publicado Tiberio César (Proa), una majestuosa aproximación a la figura de uno de los emperadores romanos más oscuros –al menos, en la fama que le acompaña al menos desde el Decline and Fall de Gibbon– y que en manos de Cadenas se humaniza dolorosamente para convertirse, al mismo tiempo, en verdugo y víctima del poder, semidios inmortal y verdagueriana baboya del escarnio, hijo carente, amante contrariado, artista capado, contrafigura del nuestro tiempo que con su luz antigua nos ilumina desde un sitio que no esperábamos. Escrito con lo que no hace falta dudar en calificar como gran estilo, decir que mira sin miedo a los ojos de Yourcenar o de Graves no es exagerado.

Tampoco será presentado La pared, de Marlen Haushofer (Ángulo, traducción de Carlota Gurt), como una de las novelas más perturbadoras de la literatura europea del siglo XX. Su premisa argumental (una mujer, que es la narradora en primera persona, queda aislada en un paisaje de montaña idílico por una pared invisible que la separa del resto del mundo, en compañía tan sólo de un perro y una vaca ) es una enorme metáfora que permite leer con exactitud, precisamente, los miedos del siglo más despiadado de la historia. Emparentada con Robinson Crusoe, con el buen salvaje de Rousseau o con El ángel exterminador de Buñuel, es un relato de iniciación y superación que también lo es de declive y extinción. Precisa y elegante dentro de la pesadilla, la escritura de Haushofer da miedo en varios momentos. Y en otros, ganas de soltar el libro para ponerse a aplaudir.

Otra metáfora impresionante es la de Deimos de Lucía Pietrelli (Males Herbes), una novela corta que nos presenta una isla de la que ha desaparecido la muerte. ¿Cómo soportar la vida, sabiendo que uno no puede morir? Pietrelli nació en Italia, aprendió el catalán en Mallorca, dónde vive, y es una de las escritoras catalanas más interesantes y con una obra más viva, más creativa, más llena de ideas. Esto se ve en cada página, y casi en cada párrafo de Deimos, otra novela de iniciación en la que la protagonista, Laia (hace pensar en la homónima de Salvador Espriu), emprende un camino que debe llevarla a la reconciliación con su madre, una mujer de fuera de la isla y que un día desapareció (o los abandonó, a ella ya su decaído padre). Pietrelli tiene una mirada felizmente amplia sobre la literatura, que va desde Blai Bonet hasta Carmelo Bene pasando por las tragedias clásicas, y su lectura invita al recogimiento.

Son tres ejemplos eminentes de un talento de mujeres que en poco tiempo han publicado, en catalán, una serie de obras importantes: Cristina Garcia Molina, Mònica Batet, la ya dicha Carlota Gurt, Neus Canyelles, Àngels Gregori, Eva Baltasar, Laura Gost, Llucia Ramis, Alba Dalmau, Irene Solà, Aina Fullana, Íngrid Guardiola, Eva Piquer, Ada Castells, Alba Dedéu, Maria Canelles, Gemma Ventura, Maria Josep Escrivá, Antonina Canyelles, Irene Pujadas, Aina Riera, Anna Gual, Lídia Gàzquez , Raquel Casas, Blanca Luz Vidal, Mireia Calafell. El listado, por supuesto, no pretende ser exhaustivo.

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