Hoy hablamos de
Silvia Orriols en la sesión de control del Gobierno de este miércoles.
27/03/2025
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El barómetro del CEO confirma el cambio que se ha producido en una parte importante del independentismo catalán en relativamente pocos años, y que puede resumirse como un giro de la ilusión y la confianza en un proyecto político y civil hacia el repliegue, el victimismo y el afán por proteger las esencias de la patria amenazada. Este giro se produce en Occidente, como sabemos, pero en Cataluña y los Países Catalanes el fracaso del Proceso lo ha acelerado y le ha dado unas características específicas.

Aliança Catalana crece como una infección, como era de prever porque es la forma en que crecen las extremas derechas en este ciclo de repliegue. Sin embargo, algunos de los que ahora se exclaman del crecimiento de la formación de Silvia Orriols y Jordi Aragonès ponían el grito en el cielo no hace ni dos días cada vez que alguien denunciaba la existencia de una extrema derecha catalana e independentista, y lo atribuían a difamaciones de la izquierda acomplejada y woke. Ahora tienen por delante un partido con dos diputados en el Parlamento y con perspectivas de multiplicar por cinco esta representación, que propone deportaciones masivas (con los inmigrantes esposados, naturalmente, al estilo del admirado sheriff y tío Trump) y que si un día obtiene representación en el Parlamento Europeo lo hará en el grupo de Patriotes por Europa, donde el , con los que tiene una plena sintonía ideológica. Por supuesto, los mismos clarividentes que negaban todos inflamados la existencia de una extrema derecha independentista han contribuido en buena parte a su crecimiento. Y seguirán contribuyendo, si persisten en el hábito que han adquirido de identificar a todas partes traidores, cobardes, ingenuos, vendidos, indecentes, claudicantes, débiles, degenerados y portadores de lirios.

Los predicadores del repliegue y del catastrofismo, a menudo pretendidos intelectuales, se perciben a sí mismos como los únicos capaces de ver lo que necesita el país (suelen construir frases que contienen, justamente, este sintagma: "el país") y necesitan atacar y menospreciar todo aquello y todos aquellos que no encajan en sus tesis. No son propiamente la extrema derecha, pero hervir la olla del caldo intoxicado en la que se cuece la extrema derecha.

El independentismo que llevó al referendo del 1-O era un movimiento popular, progresista e inequívocamente democrático. Por eso mismo, a mayor proximidad entre sectores del independentismo y la extrema derecha, mejor para la extrema derecha y peor para el independentismo: en paralelo a la subida de Aliança Catalana, el CEO constata la bajada de los partidarios de la independencia, hasta el 38%. Como ocurre en la política española, se producen los vasos comunicantes entre la derecha democrática tradicional y la extrema derecha: todo lo que gana Aliança Catalana lo pierde Junts, como todo lo que gana Vox lo pierde el PP. Es la hora de que Junts decida si rompe con esta dinámica y se desmarca sin ambigüedades de los discursos xenófobos e iliberales, o se prepara para abrazarlos y, llegado el momento, establecer acuerdos.

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