Cataluña en pantalla sin interrupciones

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El martes hace cuarenta años, a las ocho de la tarde, el rótulo “Año 1, 16.1.84, Programa N. 01” apareció sobreimpresionado en el vídeo de cabecera de TV3, la presentadora Cristina Fabregat anunció que comenzaban las emisiones regulares de la cadena y pocos minutos más tarde se emitió el primero Telediario, conducido por Maria Gorgues y Enric Calpena. Todo tenía una apariencia sencilla y precaria visto con ojos de hoy pero moderna y desencarcarada para la época. Veinte años después de los pioneros de TVE en Cataluña, nuestro país y el mundo entero fueron explicados en catalán a los catalanes, y desde entonces se han mantenido sin interrupciones en nuestras pantallas.

La fuerza entonces imbatible de la televisión hacía emerger una nueva normalidad: ir de Catalunya al mundo sin pasar por Madrid. Y producía autoestima: convertía en normal un relato informativo o un tipo de entretenimiento que a 600 kilómetros de distancia eran una peculiaridad regional. Y la autoestima genera seguridad y criterio de pensamiento propio.

Cualquier televisión nacional del mundo genera un rédito identitario. Por eso TV3 fue temida y combatida desde antes de nacer, tuvo que empezar emitiendo de forma alegal, siempre estuvo vigilada en la Comunidad Valenciana y en las Islas Baleares por los mismos que dicen que no deben levantarse muros, gobierne quien gobierne ha sido acusada de adoctrinamiento y estuvo a punto de ser clausurada por el 155, hasta que los sucios autores de la guerra sucia del gobierno del PP desistieron de la censura porque "habríamos tenido un problema internacional". Es obvio que TV3 no se inventó Catalunya, sino que fue el país el que se inventó su televisión, pero una cadena recrea una idea de país y apenas diciendo “buenos días” le otorga categoría de comunidad nacional. Por todo ello, para bien y para mal, TV3 sigue siendo más que una cadena.

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