Por una Catalunya pura y limpia

Tras escuchar muy atentamente la intervención de Míriam Nogueras en el Congreso en defensa de la propuesta de Junts de traspasar las competencias en inmigración me indigné mucho, pero muchísimo. La diputada dijo que el 40 por ciento de los inmigrantes no trabajan y viven de las ayudas sociales. ¡O sea que me han estafado toda la vida! Resulta que yo nací con las condiciones perfectas para no tener que dar un palo al agua y, en cambio, aquí estoy sudando para encontrar cada palabra, cada frase, para poner bien los puntos y las comas. Pobre, inmigrante y mujer: pero si me tocó la lotería de privilegios, el pasaporte para una vida regalada. Gracias a la de Junts he abierto los ojos, me he dado cuenta de que me he equivocado toda la vida creyendo que tenía que estudiar, formarme, mejorar cada día para llegar a disfrutar de una cierta tranquilidad económica. Se acabó, a partir de ahora le haré caso a la de Dosrius. Para empezar le pediré a Esther Vera que me aplique la dispensa por inmigrante y me permita escribir un 40% menos cobrando lo mismo. También buscaré la ventanilla de las "ayudas para inmigrantes" y pediré todo lo que no me han dado en los últimos 38 años. Después, para encajar en la descripción que hizo la diputada de los inmigrantes (soy así de obediente, no me gusta decepcionar), me pondré a hablar sistemática y cotidianamente en castellano. Será un poco raro tener que cambiar de lengua ahora con mis hijos y con mi marido, pero si los catalanes de la parte alta de Barcelona hablan la lengua de Cervantes en la intimidad, seguro que yo también lo puedo hacer. Y de paso me ahorro todas las situaciones en las que tengo que dar explicaciones de por qué una mora habla catalán después de varias décadas de inmersión.

La vi tan afectada, a la señora Nogueras, que me gustaría echarle una mano. No quiero que sufra, que sienta que estamos llegando al colapso y que se pierden tanto la lengua como la identidad catalanas por la invasión de todos los que hemos venido expresamente para ello, para acabar con la lengua y la identidad catalanas. Yo cuando vivía en el pueblo pensaba que habíamos venido aquí porque mi padre tenía trabajo, pero no, no supe ver que mi abuelo tenía unas intenciones ocultas: acabar con los catalanes, su cultura, su lengua. ¿Por qué un viejo campesino rifeño que nunca había pisado estas prósperas tierras ni sabía nada se propuso acabar con los catalanes enviando aquí a sus nietos queridos? No lo sé, pero seguro que hay una razón escondida. Hay que desconfiar siempre de las intenciones de los abuelos que quieren, aparentemente, una vida mejor para sus nietos. Por no hablar de los médicos que te quieren curar y que hacen turnos larguísimos en urgencias. Qué intenciones pérfidas no tendrán todos estos sanitarios latinoamericanos. Buenas seguro que no. Son peores que un heladero argentino. Pues yo quiero echarle una mano a la señora Nogueras, ya lo he dicho, y por eso quiero proponerle una solución definitiva (final) para impedir ese desbordamiento que ella denuncia: que hable con los empresarios catalanes y los convenza de cerrar sus negocios. Sí, sí, es una medida radical, pero sería la más efectiva. Y no hace falta ni tener competencias. Porque mientras aquí haya trabajo no pararán de llegar esos peligrosos y vagos inmigrantes y claro, eso solo se puede frenar de una manera: acabando con todos los puestos de trabajo que puedan ocupar "recién llegados". Ya basta de camareros, auxiliares de geriatría, limpiadoras y transportistas. Y médicos, claro. Si hay que decrecer, se decrece. Lo que haga falta para que Catalunya sea una nación pura de sangre autóctona, limpia de elementos foráneos. Y ya que Junts es un partido que defiende los intereses de la patronal (según tengo entendido), supongo que no les costará demasiado convencer al empresariado catalán de que este es el mejor plan para salvar al país. Que sacrifiquen sus beneficios económicos presentes y futuros por un ideal superior y más importante: ¡por amor a Catalunya!