Catalunya no es como Ucrania

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Una mujer ucraniana espera en la frontera de su país con Polonia.

Hace más de 30 años, cuando Lituania luchaba por su independencia, Jordi Pujol dijo que Catalunya era como Lituania, a pesar de que después añadió que España no era la URSS. Hoy, a raíz de la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso, determinadas figuras catalanas han dicho o insinuado que Ucrania es como Catalunya y la Federación Rusa, como España. Aquí nos atreveremos a parafrasear al antiguo president: España no es Rusia pero Catalunya tampoco es como Ucrania.

Que España no es comparable con Rusia es de manual. En los términos de The Economist, España es una democracia (tan "defectuosa" como Bélgica, Eslovenia, Francia o Italia), mientras que la Federación Rusa es un régimen autoritario con todas las de ley. En los términos del Varieties of Democracy Institute (V-Dem), si España es una "democracia liberal", Rusia es una "autocracia electoral". Lo que sí que necesita más elaboración es la afirmación de que Ucrania es diferente de Catalunya.

En su célebre artículo "Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos", Vladímir Putin sostiene que Ucrania es un invento bolchevique de cuando se creó la URSS, hace ahora exactamente 100 años. Putin se equivoca. Si hablamos de naciones, la ucraniana es muy anterior a 1922. Un adepto de las teorías modernistas del nacionalismo diría que la nación ucraniana es tan antigua como el nacionalismo ucraniano, que empezó a surgir hacia mediados de siglo XIX, más o menos al mismo tiempo que otros nacionalismos europeos, incluyendo el catalán. (Un seguidor de las teorías primordialistas diría que Ucrania es una nación milenaria: anterior a 1922, en cualquier caso.) Pero si estamos hablando de un estado ucraniano, Putin también se equivoca, y además doblemente.

Por un lado, el primer estado ucraniano contemporáneo no fue la RSS de Ucrania de 1922 sino la UNR, la República Popular Ucraniana (Українська Народня Республіка), proclamada unilateralmente en 1918. (La UNR desapareció en el fuego cruzado entre polacos, rusos blancos y bolcheviques, que se fueron alternando en la ocupación de Kiev, hasta la victoria final de los bolcheviques. Este hecho confirma que el factor internacional es clave en los procesos de independencia: sin el apoyo del presidente Wilson, los ucranianos no tuvieron éxito en la creación de su propio estado, a diferencia de los estonianos, los letones, los lituanos, los polacos, los checoslovacos y los eslavos del sur.)

Por otro, la Ucrania supuestamente inventada por Lenin en 1922 no tiene nada que ver con la Ucrania que se independizó de la URSS en 1991 y que ahora trata de sobrevivir. La Ucrania independiente heredó sus fronteras no de la RSS de Ucrania de 1922, sino de la RSS de Ucrania de 1945, y esta Ucrania sí que fue un cierto "invento", inseparable de los traumas de la Segunda Guerra Mundial.

La Ucrania de 1945 se caracteriza por las adquisiciones territoriales soviéticas (la antigua Galitzia, la Transcarpacia húngara, la Bucovina rumana y partes de Besarabia) y también por la limpieza étnica: además del Holocausto, en el cual participaron también fuerzas ucranianas, la población polaca –mayoritaria en provincias como Volín– fue liquidada durante la Segunda Guerra Mundial o "transferida" a Polonia al final de la conflagració. (El historiador Timothy Snyder es un experto en esta faceta menos conocida de la "reconstrucción" de Ucrania.) El patchwork ucraniano fue completado en 1954 con el "regalo" de Crimea, un territorio sin ninguna relación histórica con la ucraïnitat y que mucho antes de la llegada de Vladímir Putin al poder –en 1992, para ser exactos– ya protagonizó un conato de secesión, muy estudiado por la politóloga Gwendolyn Sasse en The Crimea question. Identity, transition, and conflict.

A diferencia de Ucrania, Catalunya ha tenido unas fronteras estables desde el siglo XVII, no se le han transferido territorios ni ha recibido regalos, y sobre todo no basa su identidad nacional en procesos de limpieza étnica. Lo que sí que comparte Catalunya con Ucrania es la dependencia del contexto como factor explicativo del logro o mantenimiento de la independencia. Hojeando la versión castellana de la Historia de los movimientos nacionalistas de Antoni Rovira i Virgili (1920; el original catalán es de 1912-1914), el lector tropieza con un análisis profético: "Hoy, la solución que tenga el problema ucranio depende de lo que en Rusia suceda, principalmente. Es obvio, empero, que han disminuido las probabilidades de la constitución de Ucrania en Estado independiente. La solución autonomista aparece, hoy por hoy, más hacedera".

Albert Branchadell es profesor de la UAB
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