Salimos cuando nos dejan salir pero no hacemos bien de salir ni con la burbuja porque la cuarta oleada saca la pateta cuando todavía no ha acabado la tercera después de no haber digerido ninguna. Ya sabemos que siempre hay gente que hace el tonto, pero dejadnos respirar un poco a todos juntos. Que aparte de aguantar una pandemia tenemos que soportar este chiste de mal gusto con las vacunas y escuchar la cantilena de “lo tenemos todo a punto” siempre acompañado del “si” condicional que hace prever los malos presagios que se han ido confirmado tantas veces durante un año. Qué necesidad de silencio. Y si no es posible, qué ganas de palabras que nos alegren o nos reconforten. Si no hay nada que decir, que callen. Nos conviene un poco de paz y muchos ratos para poder escuchar solo la primavera que este año tampoco podremos oler.
Los hay que no se plantean aburrirse, solo aburrirnos, y de paz, ni hablar. Son el trío maravilla español, que no tiene bastante con votar cada semana contra la investigación de la monarquía que también tiene que votar cada segundo y medio en contra de Catalunya, cuando Catalunya ya sabe votarse en contra sola. Ahora toca la amnistía, que era deseada pero no esperada, porque no se puede esperar nada de un país que es alertado por Europa (la típica alerta que no asusta ni a una mosca) y que lo invita a reformar la ley mordaza. Soy tan optimista con esta reforma que calculo que antes de que alguien toque una coma de la ley estaremos todas las franjas de edad vacunadas con las vacunas de todas las marcas que hay ahora en el mercado y las que todavía tienen que salir. Y por si la policía no tiene bastante poder, el Tribunal Supremo quiere dejar también claro que el ejército es otro de los puntales para mantener la unidad y la orden y por eso ha rebajado la sanción al teniente coronel Enrique Area Sacristán impuesta por el ministerio de Defensa. Este militar en la reserva publicó un artículo proponiendo una solución armada para cerrar el tema catalán. El ministerio de Defensa consideró que la falta era grave y por esto pedía quince días de sanción económica. El Supremo ha considerado que con ocho ya bastaba. Y eso que la falta era grave. Si lo llegan a considerar leve seguramente recibe una medalla. O ya la debe de tener. Como el ex jefe del estado mayor de la defensa, Miguel Ángel Villarroya, el hombre que solo vive en lunes y vestido de uniforme, que después de vacunarse “por error” saltándose el protocolo y tener que dimitir, ahora ha sido premiado por la ministra socialista con un trabajo en Washington. De asesor. Lo que os digo. Silencio. Largo. Que nosotros tampoco tenemos tantas cosas que decirnos.
La buena noticia es que los partidos independentistas se han puesto de acuerdo para formar gobierno y que miran más allá de sus diferencias para hacer un frente común. No, es mentira. Otro chiste de mal gusto. No se sabe cuáles tienen que ser las circunstancias para que la Generalitat sea el gobierno de un país. De momento, continuaremos siendo el que éramos. Un pueblo pidiendo permiso. Personas que esperan una mesa de diálogo cuando antes de que esta mesa llegaría Godot a cualquier lugar. Pero vosotros vigilad si salís cuando os dejan salir porque os puede caer una multa, que una burbuja exige papeles y aquí vivís con un libertinaje que os tendría que dar vergüenza. Y sobre todo, cuidado con la renta si tenido la suerte de cobrar un ERTE. Mira, hay días que esto de escribir me coge más incordiada. Hoy, por ejemplo. Y cuando empezaba, lo único que quería escribir era un chiste. De los de risa. Para reír. Que como el silencio, nos hace falta y nos falta.
Natza Farré es periodista