1. En la España judicial, unos siempre salen adelante y otros siempre les toca el recibir. La lástima es que la absolución de todos los cargos o lamer a base de bien no tenga que ver con la razón ni con la verdad de los hechos. Todo ello se enmerda según qué partido político seas, a qué parte del territorio hayas nacido y qué pienses de la unidad del Estado. Este año hará cincuenta años que Franco la dio en la cama, pero todavía hay un buen puñado de herederos de aquel régimen que no han lavado la toga. Fijémonos en tres casos muy actuales.
2. Ahora que hace cinco años que empezábamos el confinamiento y que tantas personas morían por la covid, el tema judicial toma vuelo informativo a Catalunya. Los sindicatos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional piden tres años de prisión y quince de inhabilitación para los exconsejeros Alba Vergés y Josep Maria Argimon, y penas para tres altos cargos del departamento de Salut, por el retraso en la vacunación de los agentes de los cuerpos policiales españoles destinados en Catalunya. En marzo de 2021, la prioridad a la hora de pinchar las primeras vacunas que llegaron fue otra. Después de un año con las UCI saturadas y miles de muertes en bolsas, primero se vacunó a la población de mayor riesgo. Sí, el 24 de marzo, se habían vacunado el 77% de los mossos, el 78% de los guardias urbanos de Barcelona, el 4% de los policías nacionales y el 3% de los guardias civiles. Pero también es verdad que, un mes después, por orden del TSJC, ya se vacunaron todos los policías y tricornios que lo pidieron. Es decir, mucho antes que el resto de la población callejera, que no éramos personal esencial. No importa que los vacunaran a todos al cabo de un mes. A balón pasado, no quieren justicia, claman venganza. Qué diferencia con los hechos del 1 de Octubre, en los que los indultos han llegado a chorro para los policías y los guardias civiles que nos ablandaron con gusto y ganas y, en cambio, a los protagonistas del Proceso se les mira con lupa. Y en caso de duda, indulto denegado. No es casualidad.
3. También a raíz de la covid, hablamos de la Comunidad de Madrid. La presidenta Isabel Díaz Ayuso, con un cinismo que gavilán, ha aprendido que debe negarse siempre todo, incluso cuando la realidad te ha puesto entre la espada y la pared. Aunque tu pareja aceptara pactos con la justicia para minimizar sus trapicheos fiscales, la jugada de manual es intentar quedar siempre como víctima. Aunque su hermano se hiciera la barba de oro con material sanitario por la covid y, aunque en las residencias de Madrid murieran 7.291 personas, porque decidieron políticamente que era mejor no trasladarlas a hospitales, Ayuso se desmarca con la chulería marca de la casa. El dato estremece, por devastador y por cruel. Pero cinco años después, ella todavía habla de cifras inventadas y de maquinaciones de las izquierdas y admite que los fallecidos "solo" eran 4.000, como si eso tuviera que consolar a nadie. Los protocolos que impidieron no dar asistencia a las personas mayores durante la pandemia quizá no sean un asesinato, como ha denunciado la portavoz socialista Reyes Maroto, pero en el diccionario no existe una palabra que defina esa barbaridad en la gestión. Para Ayuso no sólo no habrá una sentencia en contra, sino que quizás pronto la veamos de candidata a la Moncloa.
4. En ese sentido, Carlos Mazón puede respirar tranquilo. No importa que haya dado tantas versiones diferentes de su pasotismo el día de la DANA. Con quien comió, qué hacía en el reservado de Ventorro y si han manipulado o no la imagen de la cámara de seguridad del Cecopio son fuegos de virutas. La realidad es que fallecieron 224 personas y, con los datos que podía tener el presidente valenciano si hubiera sido por el trabajo y si su gobierno hubiera gestionado bien la emergencia, muchas familias seguramente estarían enteras. Terrible. ¿Pero alguien cree aunque Mazón será juzgado y condenado por todo aquello?