Confundir desburocratizar con neoliberalismo
Hace unos días este diario publicó un artículo de Itxaso Domínguez de Olazábal, de título "Simplificar o desmantelar: cuando la UE convierte los derechos en burocracia". La primera parte del título me parece muy acertada: simplificar o desmantelar. Personalmente me sitúo en la primera opción. También creo que queda clara la intencionalidad de la autora de alertar de que no se liquiden de pie con la excusa de eliminar burocracia. Sin embargo, mientras el artículo avanza a la roca contra la buclera achaca la autora generaliza y achaca. he visto otras veces en determinadas posiciones ideológicas y creo que esta asimilación debe deshacerse.
A menudo, en los debates, una de las partes aplica a su oponente dialéctico un adjetivo que le descalifica, como puede ser el adjetivo neoliberal. Una vez aplicado este calificativo, como si fuera una toxina, ya no hace falta más debate.
Estoy bastante persuadido de que los derechos que defiende la autora son iguales, o muy parecidos, a los que yo defiendo. Sin embargo, soy un detractor de la burocracia y no me permito confundirla con una opción neoliberal. ¿Justifica la defensa del medio ambiente el hecho de que la obtención de una autorización o licencia ambiental tarde tres años? No me parece que esta tardanza haya mejorado en absoluto la salud medioambiental de nuestro país. ¿Es una protección de los derechos sociales que la solicitud de subvenciones de las entidades del tercer sector se conceda, de forma regular, en noviembre, y que la justificación de su ejecución deba realizarse antes del 31 de diciembre? Esto lo que provoca es que estas entidades tengan que asumir la financiación de sus actividades, a riesgo y ventura, con la esperanza de que en noviembre les llegue su concesión.
Si escuchamos los argumentos de quienes defienden el estado actual de la burocracia, observaremos que sus motivaciones no son la defensa de los nobles derechos sociales –aunque apelarán a ellos–, sino la defensa de sus propios intereses, que hay que decir que son legítimos. Es cierto que bajo el paraguas de reducir la burocracia se esconden intereses para eliminar derechos, pero reducir la desburocratización a estos intereses me parece una visión que distorsiona su propósito fundamental.
El argumento de asimilar desburocratización con reducción de derechos puede ser rebatido por reducción al absurdo. ¿Acaso la existencia de un derecho habilita, como si fuera una bula, a utilizar cualquier procedimiento, por oneroso que sea, para reconocer su ejercicio? ¿No hay procesos que, pese a proteger los derechos, son más eficientes que otros? ¿Creemos que los procedimientos burocráticos utilizados por nuestras administraciones para garantizar muchos derechos son hoy justos y necesarios? Si la respuesta a esta última pregunta fuera que sí, tendríamos, en mi opinión, un problema de poco conocimiento de las entrañas de la burocracia. Si la respuesta fuera que no, querría decir que es necesario reducir la burocracia hasta el nivel de ser la justa y necesaria, que es el nivel que justifica la valía pública que aporta.
En mi opinión, existe hoy un sesgo grande entre los derechos a proteger y los procesos para reconocer su ejercicio. Por tanto, no se puede confundir desburocratizar con neoliberalismo. Por el contrario, si no se elimina el exceso de burocracia y se hace más eficiente la administración, luego sí vendrá el neoliberalismo, pero con la motosierra. Aceptar una limitación de la burocracia hasta el límite de ser justa y necesaria es también una defensa de los intereses de los ciudadanos.