Contenedor de desecho

Ropa recogida en los contenedores de Ropa Amiga
16/10/2025
Periodista
3 min

Cuando seguimos llevando manga corta y todavía faltan días para la castañada, e incluso recordamos alguno de los momentos de las vacaciones de verano, las calles van a la suya y ya te avisan de que viene Navidad. Las luces se han colocado en su sitio. Están apagados, pero plenamente visibles durante el día, y te desean Felices Fiestas como quien no quiere la cosa. Te notifican, de forma poco sutil, que debes empezar a comprar regalos si no quieres que te ocurra lo que te suele pasar cada año. Porque comprar, comprarás. Con todas las contradicciones. Y esto de las luces puede tener una explicación práctica, de organización. Que la tiene, ciertamente. Pero también es cierto que hace tiempo que nos hemos pasado de rosca y el consumo se ha convertido en una droga legal que nadie detiene.

Las entidades sociales que gestionan lo que dejamos en los contenedores de ropa usada alertan de que están colapsados. Por un lado, por su propia falta de recursos, pero por otro, por el exceso de bolsas que se acumulan dentro y fuera de los contenedores. La moda de la ropa de mala calidad, esa moda ultrarrápida que está pensada para muy poco tiempo, genera un exceso de producción, un exceso de compra y una carencia de posibilidad de ser reutilizada y recomprada o regenerada. Reclaman compromisos urgentes a la industria, las administraciones y los consumidores para revertir una situación que les está desbordando y que, como colgar las luces de Navidad a principios de octubre, no tiene sentido. El consumo por encima de todo. La producción por encima de todo. El exceso por encima de todo. De pobreza, también.

No es sólo la ropa. En los supermercados existe un exceso de productos, y sobre todo de envases, que se acumulan en las bolsas amarillas de reciclaje. Otros contenedores que tampoco dan abasto si tenemos en cuenta las veces que los encontramos llenos a rebosar. Se ha logrado, eso sí, que las personas lleven cada vez más sus bolsas para ir de compras y que las de plástico se vean cada vez menos. Pero también se han hecho bolsas de tela por encima de nuestras posibilidades y ahora es otro producto que se acumula en las casas, como las botellas térmicas o cantimploras u otros tipos de recipientes por no ir con una botella de plástico, de las que tienes una oferta de modelos absolutamente ingente e innecesaria. Hay tiendas que ofrecen tantos productos y tan mezclados, champús junto a golosinas, cables para el móvil junto a confeti para hacer fiestas, que cuando sales parece que te hayas jodido una anfetamina o alguna seta alucinógena. No quiero ni pensar cómo saldrás si te lo has jodido antes de entrar. Hay cosas en las que por más que quieras evitar todo el embalaje no puedes. De la misma forma que cuando vas a comprar a una tienda física para mantener el tejido social del barrio, te acaban recomendando que lo busques por internet.

En la calle ya están las luces de Navidad y, bajo estas luces, personas que duermen y viven, porque mientras los contenedores de ropa están desbordados por la tendencia general de un solo uso, muchas personas también han acabado siendo no retornables y, una vez usadas, ya se pueden tirar. Se ha hecho fuerte la creencia de "quien quiere, puede" y, por tanto, quien no puede, es porque no quiere. Y lo que se quiere, mientras se pueda, es consumir y mantener un modelo económico saturado esperando que no pete este año, que aguante un poco más, hasta el próximo, aunque sea, y, sobre todo, hacemos el gasto que toca en armamento porque a ver si después de consumir tanto nos dejamos lo más importante: los misiles. ¡Ah!, y el papel de inodoro. Que ya me perdonará, pero es que hay para cagarse.

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