Tras las denuncias por abuso de varias mujeres contra el político Íñigo Errejón, su partido, Sumar, ha dicho que descarta dimisiones, pero anuncia un curso de machismos para sus cargos. Hay una actriz que, ahora, unos años después de una cita, le denuncia en comisaría al ver que otras mujeres le han acusado públicamente, por una cuestión de conciencia. Entre otras cosas, como no consintió nada de lo que ocurrió entre ellos aquella noche, dice: “Yo estaba ilusionada con Íñigo, lo tenía en un pedestal... Pensé que podría ser una historia de amor preciosa, pero en lugar de encontrarme con algo romántico me encontré con una persona que lo único que quería era tocar mi cuerpo y meterme la lengua”.
En fin, no seré yo quien diga nada de esta frase, porque justamente mi ideal de noche no sería “una noche romántica”, signifique lo que signifique. Una lengua metida me parece un acto natural, pero, en cambio, una escena deLos Bridgerton, no. Claro que si pienso en una lengua no pienso en la de Errejón, porque me provoca pesadillas. Él me recuerda demasiado al hijo pequeño de una amiga, el pequeño Pol, que hace primero de ESO, y no puedo imaginarme teniendo una noche “romántica” con el gemelo del pequeño Pol. La frase de esta mujer no me parece precisa ni precisa. Quizás muchas noches no han ido como “soñamos”, pero ¿esto convierte al otro u otra en agresor sexual automáticamente? Errejón, quizá amante del sexo sucio, se ve que llamó “porca” a las mujeres. ¿Sería una agresión? Una de ellas denuncia también que se drogaba sobre su cuerpo (entiendo que con cocaína). Puede ser un delito, según cómo, pero... ¿sexual?
Ahora bien, que el partido del interfecto anuncie un “curso de machismos” para acabar con el problema me parece una idea excepcional. La mejor que podían tener. Claro que sí. Un curso de machismos para los cargos masculinos de Sumar. Así acabará con el problema del Errejón. Y que lleven siempre el certificado encima por si tienen una cita. Asunto resuelto.
