Derecha española y franquismo
Con la mayoría absoluta de José María Aznar en el 2000 empezó un proceso de rearme ideológico de la derecha española que la conectaba de nuevo con su tradición nacionalista o ultranacionalista, que tiene su antecedente más inmediato en el franquismo, pero también tiene raíces en la Falange, la CEDA y el lerrouxismo. En relación con el franquismo, el Partido Popular es consciente de que tiene con él una conexión umbilical, que arranca en la fundación de Alianza Popular bajo el liderazgo de Fraga Iribarne y otros cinco exministros de la dictadura franquista. En el 2002, Aznar se permitió una condena del golpe de estado del 36 y de la dictadura franquista (la repitió Pablo Casado en el 2021), aunque ambigua, acompañada de los oportunos guiños a la derecha dura, referentes a "la concordia" y "las víctimas de todos los bandos".
Mientras condenaba retóricamente el franquismo, Aznar impulsó su recuperación en varios niveles: apoyo a la Fundación Francisco Franco y a la historiografía negacionista, multiplicación e intensificación de la presencia de símbolos de la unidad de España –muy en particular, de la bandera– en todo el territorio estatal y en cualquier ámbito (sobre todo el deportivo), o la puesta en funcionamiento de un think tank, la Fundación FAES, que se encarga de elaborar doctrina para alimentar los discursos ultranacionalistas de una parte mayoritaria y muy influyente de la prensa madrileña.
Una ofensiva ideológica que se ha producido dentro de los parámetros que el propio Aznar expuso en sus siete célebres artículos del año 1979 en el diario La Nueva Rioja, en los que cuestionaba duramente la Constitución recién votada en referéndum con argumentos como los siguientes: "Tal como está redactada la Constitución, los españoles no sabemos si nuestra economía va a ser de libre mercado o, por el contrario, va a deslizarse por peligrosas pendientes estatificadoras y socializantes, si vamos a poder escoger libremente la enseñanza que queremos dar a nuestros hijos o nos encaminamos hacia la escuela única, si el derecho a la vida va a ser eficazmente protegido, si el desarrollo de las autonomías va a realizarse con criterios de unidad y solidaridad o prevalecerán las tendencias gravemente disolventes agazapadas en el término nacionalidades". Etcétera.
Dentro y fuera del gobierno, Aznar ha marcado el rumbo de la derecha española durante estos veinticinco años, un rumbo que ha generado guerras culturales, ha forzado posicionamientos geoestratégicos (Venezuela, Palestina), ha tenido fracasos y éxitos electorales, y que actualmente conecta sin problemas con la oleada ultraderechista que sacude Occidente mientras establece alianzas de gobierno con un partido abiertamente neofranquista como Vox, que a su vez surgió de las filas del PP. ¿Tienen también culpa de eso las izquierdas y los nacionalismos catalán y vasco? Por supuesto, por varios motivos. Pero afirmar que España cuenta con una derecha verdaderamente comprometida con la democracia es, todavía hoy en día, una pretensión discutible.