El pasado jueves noche me acosté tarde, pues, tras acabar el recital de arias de Puccini, tenía una hora de coche hasta casa y me encontré las rondas abarrotadas a las doce de la noche. Sin embargo, me levanté a la mañana siguiente muy contento por todo el equipo y personas que conforman el diari ARA con el cual colaboro casi desde su fundación.
Os explicaré por qué. Estaban los principales responsables institucionales de Catalunya, presidente de la Generalitat, del Parlamento, alcalde de Barcelona, consejeros, ex presidentes, diputados y diputadas… Y los discursos fueron de reconocimiento hacia el logro de mantener un diario en buena forma tantos años después, de su buen periodismo, de su importancia para la lengua catalana, del rigor y la profesionalidad… Y es cierto. Y hubo premios y premiados y se recordó la figura de Carles Capdevila, Tatiana Sisquella i Ignasi Pujol, tan queridos y echados de menos.
Pero yo me alegré por otra cosa. Soy un economista que, ante todo y por encima de todo, soy persona, y tengo mi sensibilidad.
El jueves pude comprobar y constatar que el diari ARA mantiene algo que estuvo ahí desde su nacimiento: valores humanos.
En el diari ARA se hace un periodismo de primer nivel, se informa, hay rigor, hay diversidad (nunca podré agradecer suficientemente la voz que el diario siempre me han brindado, incluso teniendo opiniones divergentes a la línea editorial en algunas cuestiones), pero, por encima de todo ello, hay humanidad. Hay personas. Eso se traduce en aprecio sincero, en emotividad, en manifestar emociones, en apreciar, agradecer, interesarse por el otro de una forma sincera. Hay honestidad. El ARA, como dijo Esther Vera al público del Palau, es un equipo cómplice. Y lo es de verdad.
En el ARA, los valores tienen reservado un espacio, junto a los criterios profesionales, empresariales, económicos o periodísticos. La vida de las empresas, de las organizaciones y la historia de las marcas no deberían desplazar o dejar a un lado a las personas que las hacen posible. Hay empresas tóxicas, nocivas. Y, a veces, da la sensación de que la falta de escrúpulos produce beneficios y que, en la empresa, tener valores, pone las cosas más difíciles desde el punto de vista económico.
Puede ser cierto. No lo sé. Pero hay profesionales a quienes eso les da igual porque nunca pondrán al beneficio por delante de los valores. La nit de l’ARA fue un día de felicitación, de aniversario. Felicidades por mi parte, pero no solo por el decimocuarto aniversario, sino por llegar al mismo manteniendo constantes, junto a los valores periodísticos, los valores más profundos del ser humano.