Urbanismo

¿Los ejes verdes gentrifican?

Vecinos replantando algunos parterres de la calle Consell de Cent
22/10/2025
3 min

Hoy es frecuente el uso político de disyuntivas que presentan como antagónicos conceptos que hasta hace poco parecían complementarios, y sin demostración alguna. Una fórmula útil para descalificar a los adversarios políticos y eludir el compromiso de hacer propuestas positivas para la comunidad.

El uso indebido de la falsa disyuntiva también se ha utilizado en el caso de la supuesta contradicción entre el derecho a seguir viviendo en la ciudad y la calidad del espacio público. Un discurso que se ha filtrado en la opinión pública –sectores populares incluidos– y que sitúa en la calidad de la urbanización la causa de la gentrificación, la expulsión de sus hogares a los ciudadanos de menor poder económico. Esta creencia ya fue difundida en 2022 por parte de la actual concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona cuando escribió en el AHORA: "Las actuaciones de pacificación y mejora del espacio público deben incorporar planes de usos y medidas de preservación del barrio y de sus habitantes. De otro modo, las transformaciones verdes acabarán gentrificando a los barrios que querían mejorar".

Planteando la disyuntiva entre calidad del espacio público y derecho a mantener el hogar, aparentemente se protegía a los sectores más débiles de la población, pero se omitían las causas estructurales que los expulsan de sus viviendas. Se omitía la realidad de un fenómeno que afecta a gran parte de las ciudades del mundo capitalista; el papel de los fondos de inversión o de los promotores inmobiliarios; los pisos turísticos o el fraccionamiento de viviendas por alquiler de temporada, o, en definitiva, la carencia de una política social de la vivienda. Cuestiones que nada tienen que ver con la mejora del espacio público.

La insistencia en la disyuntiva mencionada caracterizó la pugna electoral de 2023. Se pretendía neutralizar el rédito electoral que suponía la recuperación ciudadana y sostenible del espacio urbano, demonizando sus consecuencias. Asimismo, se enviaba un mensaje de tranquilidad a los sectores económicos, financieros e inmobiliarios, para seguir impunemente los negocios en el centro de la ciudad, puesto que las razones del encarecimiento de las viviendas las derivaban de la errónea política del partido que entonces comandaba el Ayuntamiento.

Como es sabido, la estrategia dio sus frutos electorales, y la campaña se basó en una descalificación de los beneficios ciudadanos de los ejes verdes del Eixample, con argumentos tales como: los ejes verdes atentan contra el Plan Cerdà; la alternativa a los ejes es la recuperación de los patios interiores de manzana; los ejes verdes provocan caos circulatorio... hasta la denuncia ante los tribunales de estas actuaciones, olvidando que esa política se había iniciado durante el gobierno de coalición de Pasqual Maragall. Una vez conquistada la alcaldía, el intento de desprestigio de los ejes verdes continuó, lo que deriva en su degradación y la indisciplina de los vehículos privados y provoca, por supuesto, que no se programe ningún otro.

Pero ahora, además, los mismos sectores que se opusieron a los ejes verdes indican el camino a seguir para aquellos ciudadanos que fueron marginados del centro de la ciudad. Así lo declaraban en el marco de una colaboración con la revista de arquitectes AxA: "El mercado de vivienda en las ciudades está cada vez más tensionado: los sectores económicos más fuertes ocupan el centro y expulsan a jóvenes y familias hacia la periferia...", "La solución pasa por repensar la periferia y dotarla de servicios y viviendas de calidad, y sobre todo garantizar un transporte público rápido y eficiente". Es decir, damos por irreversible el proceso de expulsión. El centro es sitio de negocio, no de vida urbana. Colonice la periferia con buenas viviendas y transporte eficaz (incluido el 47 de Manolo Vital), ya que el centro no necesita ejes verdes que obstaculicen la movilidad y el negocio de los grandes promotores inmobiliarios y financieros.

Pero no todo el mundo acepta la disyuntiva entre dignidad del espacio público y derecho a mantener el hogar. Así, afortunadamente, los vecinos de la Izquierda del Eixample han vuelto a plantar los parterres en el eje verde de Consell de Cent, abandonados por el Ayuntamiento, y han denunciado la indisciplina vial que dificulta su uso por parte de los ciudadanos. Además, otra forma de activismo nos llega de Europa, de manos de la presidenta Ursula von der Leyen: los ejes verdes de Barcelona (Consell de Cent, Rocafort, Borrell y Girona) fueron galardonados este octubre a escala europea, lo que demuestra que en nuestras ciudades "las calles pueden volver a ser para las personas y la vegetación,".

De momento el Ayuntamiento guarda silencio, y no sabemos si lo prolongará hasta que Barcelona ejerza como capital mundial de la arquitectura en el 2026. Rectificar en política no es habitual, pero aquí sólo hay que sustituir una disyuntiva por una copulativa, para recoger que los ciudadanos necesitamos democracia y prosperidad, calidad del espacio público y permanencia en nuestros hogares.

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