Una operación estética en una imagen de archivo.
30/07/2025
2 min

Mientras el mundo se desmorona, leemos en el AHORA que dos cuidadoras han estafado a la abuela a la que cuidaban. La mujer "decidió dar poderes notariales a una de ellas para que pudiera realizar trámites bancarios" y con estos poderes los trámites fueron despejarle la cuenta de ahorros. La pasta conseguida era para nobles propósitos. Cuentan los Mossos que enviaban una parte a su país de origen (supongo que a la familia) y se realizaban operaciones de estética. También invirtieron en cámaras de seguridad para saber cuándo era que la víctima iba a comprar y así apurarle la cuenta después. Supongo que el notario, el día aquel de la firma, debía de encontrar la cosa muy normal.

En todo caso, este delito tiene un componente estético que lo hace mucho más empoderador. Hasta ahora, sabíamos que el heroico delincuente El Dioni, que robó un furgón blindado y se fue a Brasil (su Ítaca) a vivir la vida, se había hecho "unos retoques". Concretamente, se operó del ojo bizco. Enseñó el resultado en el programa del Sardà, Crónicas marcianas, donde va a desventarse la cara en directo. Ese día llevaba una de sus pelucas (era calvo), porque todavía faltaban años para los viajes capilares a Turquía.

Que estas dos mujeres hayan decidido invertir en operaciones de estética hace que la igualdad llegue, también, poco a poco al mundo de los estafadores. Quiero pensar que la pobre señora que las contrató y que confió en ella, las veía, cada día, y les decía: "Ay, niña, no sé qué te has hecho, pero me gustabas más antes". Quiero decir que, en honor a la pobre abuela, espero y deseo que el médico que las retocó no fuera de los buenos, sino de los demás. Que fuese, qué sé yo, el de Leticia Sabater.

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