La energía no da tregua: ahora récord de la gasolina

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Un surtidor de gasolina. ACN

Llevamos un año en el que la energía ha sido noticia día sí día también por el alto coste para el consumidor, que ha ido batiendo récords históricos. Primero fue la electricidad, que mantiene su factura en unos umbrales de precio prohibitivos para la mayoría de familias. Luego el gas, que también ha sufrido una subida importante por la crisis tanto del oleoducto de Argelia como de los otros canales de suministro que vienen de Rusia, y si acaba estallando el conflicto en Ucrania todavía se puede agravar más. Y todavía existe una tercera fuente de energía que hasta ahora estaba fuera del foco, pero que también ha llegado a récords históricos: el petróleo. El barril de Brent, el que sirve de referencia en Europa, se ha encarecido un 16,7% desde el 1 de enero, y si lo miramos desde el pasado año la subida es espectacular, ya que el precio del petróleo casi se ha doblado en un año: ha pasado de los 50,3 dólares de principios de 2021 a los 96,37 dólares de esta semana. La gasolina de 95 octanos se ha subido durante este período casi un 30% y el gasóleo un 33%. Es decir, en el caso de la gasolina se ha llegado al récord histórico, al alcanzar los 1,55888 euros el litro, un precio que nunca se había visto hasta ahora.

Este encarecimiento afecta a todo el mundo, pero especialmente a los sectores que dependen directamente, como el transporte y el sector primario, ya que para ganaderos, agricultores y pescadores el precio del carburante es una parte importante de sus costes de explotación. Todo llegará pronto al consumidor y esto hará que la inflación, que ya es muy elevada precisamente por el alto precio de la energía, siga subiendo en una espiral que cada vez más preocupa a las instituciones internacionales, que habían previsto una salida de la crisis pandémica más suave de lo que está siendo.

De hecho, esta subida debe mirarse en este contexto. Tiene su origen en la bajada repentina de la actividad económica durante la pandemia que hizo que los países productores tuvieran problemas incluso para deshacerse del petróleo que tenían como excedente. La demanda se redujo de manera drástica durante el 2020, pero después la recuperación económica fue muy rápida y lo que falló, al igual que ocurrió con las materias primas, fue la oferta, ya que ni había petroleros navegando ni se estaba produciendo al ritmo que ya pedía la economía mundial. Sin embargo, la OPEP decidió hace pocos días mantener el ritmo bajo de producciones de 400.000 barriles diarios sin elevar el ritmo que solucionaría esta demanda, por lo que al menos hasta la próxima reunión de marzo esta escasez seguirá subiendo los precios. Como hay más demanda, el precio sube y esto de rebote afecta a todos los sectores.

Esta triple crisis energética demuestra que todavía estamos en los paradigmas del pasado en cuanto a la dependencia energética y que la apuesta por las energías renovables es necesaria no solo para luchar contra el cambio climático, sino también para asegurar una mayor autonomía económica de los países. La transición debería acelerarse si no queremos que los altos costes a todos los niveles de los combustibles fósiles impidan las ingentes inversiones que requiere el cambio de modelo.

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