A medida que se van cerrando las cuentas financieras de 2023, se confirma que los beneficios de los principales bancos del país batirán récords. No es nada nuevo. Los resultados trimestrales ya apuntaban maneras. El motivo de estos beneficios es sencillo: las entidades cobran más por el dinero que prestan –en hipotecas o créditos– y pagan menos por los depósitos bancarios. Pero, ¿por qué se remuneran poco los depósitos? Puedo ofrecer una explicación y sospecha no confirmada.
La explicación: los bancos no necesitan nuestro dinero. A raíz de la crisis financiera, los márgenes de liquidez se ampliaron generosamente por prudencia. Una situación auspiciada por el Banco Central Europeo, que prestó a los bancos a largo plazo en unas condiciones muy favorables. Y esa liquidez es más acusada en la banca española, en comparación con otros países de la Unión Europea. Por tanto, las entidades financieras tienen todo lo que necesitan para cubrir la posible demanda de créditos e hipotecas, que como se han encarecido también está frenada. De hecho, la competencia entre los bancos recae en atraer a clientes (solventes) que quieran endeudarse. Al resto se los busca para venderles otros productos más provechosos, como los seguros o los fondos de inversión.
La sospecha: la existencia de una colusión tácita entre los principales bancos para mantener las remuneraciones de los depósitos baja. Es decir, ponerse de acuerdo sin decir nada. Mirarse de reojo y, como quien no quiere la cosa, posicionarse en la misma línea. Estas prácticas son más probables en mercados altamente concentrados, como el sector bancario. Y, si esto estuviera ocurriendo, sería responsabilidad política ponerle remedio. En este sentido, la presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), Cani Fernández, afirmaba que este organismo carece de herramientas para investigar si existen estas prácticas y formulaba una petición expresa a los partidos, en plena campaña electoral, para que fuera dotado de estas competencias. También en verano, Nadia Calviño pidió a las entidades financieras una mejor retribución de los depósitos bancarios. Pero la respuesta ha sido tibia.
Por su parte, la banca también apela a la buena competencia. Y lo utiliza ante los tribunales para calificar de injusto el impuesto extraordinario que grava en un 4,8% sus ingresos por intereses y comisiones. Un impuesto que solo se paga en España y que, por tanto, supone un agravio comparativo respecto a su competencia europea. Un impuesto que nació en el 2022, como una medida extraordinaria y con una fecha de caducidad de dos años, pero que ha transmutado: se ha extendido al 2024 y, además, se ha añadido la intención política de convertirlo en permanente. Un impuesto que, de forma agregada y hasta septiembre de 2023, fue de 1.100 millones de euros.
Quizás de forma indirecta, con o sin colusión, las entidades financieras han decidido trasladar el coste de este impuesto extraordinario a los ciudadanos. Y si la banca, en el futuro, gana los recursos interpuestos a la justicia, podría ser que el gobierno se viera obligado a devolverle la recaudación. Lo habremos pagado dos veces. Son muchos condicionales, lo sé. Pero vigilémoslo.
A consecuencia de esta situación, la composición de los ahorros de los hogares se está modificando. Según datos del Banco de España, los depósitos bancarios se sustituyen por productos financieros más complejos: fondos de inversión y productos de rentabilidad fija, especialmente letras del Tesoro. Los créditos también se reducen, situándose en la cifra más baja desde 2021. Tanto el aumento del ahorro como la disminución de los créditos son consecuencias buscadas con la subida de intereses, para reducir la inflación.
Por último, una mirada hacia el futuro. Los bancos van devolviendo los préstamos favorables que tenían del Banco Central Europeo, y que son la principal causa de este exceso de liquidez. Los que vendrán a partir de ahora traerán un tipo de interés actualizado. Por eso hace unos meses que se anuncian algunos intereses más altos para depósitos. Los primeros beneficiarios: los que tienen mayor capacidad de negociación, empresas y personas con mucho capital. Los segundos beneficiarios: los nuevos clientes, los que llevan nóminas, compran seguros o hacen la vertical puente.
Otro escenario es que, con una inflación controlada, el BCE decida que ya basta de enfriar la economía y que baje de nuevo los intereses. Si esto ocurre, esta tímida tendencia al alza en la remuneración de depósitos también se revertirá y la ola de intereses altos habrá pasado de largo para los pequeños ahorradores. Sin embargo, de momento la enhorabuena a los accionistas de los bancos.