ERC, ¿crisis u oportunidad?

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Pere Aragonès en la sede de ERC valorando los resultados del 12M

El primer impacto emocional frente a la represión policial, judicial y política contra el independentismo se tradujo inicialmente en unos estimables resultados electorales y la posibilidad de construir las correspondientes mayorías políticas. Sin embargo, ese efecto se ha ido diluyendo. Y las causas del posterior retroceso electoral aún no han sido completamente evaluadas.

El desencanto de muchas personas que se incorporaron al activismo político durante el ciclo que va de 2010 a 2017 ha sido proporcional a las expectativas que se habían generado anteriormente. También ha contribuido al desencanto la pérdida generalizada de confianza en la política, en cualquier escala: global, europea, española, catalana, local. Especialmente entre los electorados de izquierdas. Y también la percepción de que los desacuerdos entre formaciones soberanistas no partían de diferencias contrastadas de concepción o estrategia, sino de una pulsión declarativa de horizonte estrictamente táctico. Este tipo de factores han diferido el debate político en profundidad sobre la realidad actual del país, las correlaciones de fuerzas reales, los problemas que dificultan la cohesión social, los cuellos de botella que estrangulan políticas públicas básicas, o cuáles son las prioridades del ciclo político abierto con la aprobación de la amnistía. El cambio de rasante es pronunciado.

El retroceso electoral independentista ha sido significativamente agudo en el caso de ERC. En poco más de un año y en cuatro convocatorias consecutivas (municipales, estatales, nacionales, europeas), la erosión del voto ha sido continuada. Como es lógico, esto ha hecho aflorar la necesidad de hacer el debate que permita reubicar a la organización ante el nuevo ciclo político que las urnas han detectado con claridad, y que estará caracterizado por la lógica de la construcción nacional en clave inclusiva y socialmente avanzada .

Este debate y la autocrítica que pueda derivar de ello son imprescindibles para encarar el nuevo ciclo con ambición y determinación. De hecho, con el horizonte del congreso del próximo mes de noviembre, el proceso de debate y autocrítica ya se ha iniciado. Ahora toca llegar a las últimas consecuencias de la reflexión iniciada en 2018. En plena fase represiva, Esquerra supo leer el nuevo escenario político y fijar las nuevas prioridades (contra la represión, por la recuperación institucional, atender a los retos sociales más urgentes). Esto no le ha reportado demasiados beneficios al partido republicano. Por el contrario, ha pagado el precio de haber querido anticipar una verdad que una parte significativa del movimiento independentista no quería oír. El entorno independentista ha estado muy condicionado por discursos fantasiosos que apelan a la emotividad. Quizás ha sobrado timidez y ha faltado seguridad y convicción en la construcción del relato de ERC.

El debate interno en ERC debe culminar el análisis del ciclo de reflujo posterior al ciclo ascendente 2010-2017. Ciertamente, el momento de empezarlo no ha sido elegido ni programado. Cerrado el ciclo electoral, la conveniencia del debate y la renovación se ha planteado desde diversas instancias y múltiples espacios. Es en este contexto que toma forma el manifiesto "Reactivamos la Izquierda Nacional". Los puntos que el manifiesto propone considerar prioritariamente son: la modernización y fortalecimiento de la organización; afianzar la unidad interna en torno a la actualización de los valores y principios republicanos; afianzar la estrategia de mayoría social, negociación política y referéndum; avanzar hacia una toma de decisiones más coral y participativa; proceder a la renovación de la cúpula dirigente con respeto, generosidad y corresponsabilidad. El manifiesto no va contra nadie, ni plantea discrepancia ideológica alguna con la estrategia que ha articulado Esquerra en los últimos años. Sólo pide su actualización y una transición reflexiva y aseada: que el qué dé sentido al quien. Saber qué hacer para poder emerger o consolidar los liderazgos más adecuados en esta nueva fase del proceso de autodeterminación.

Estamos convencidos de que para trazar el camino a seguir por el catalanismo republicano en los próximos años, será fundamental identificar las prioridades políticas. Ya se han señalado cuatro urgencias o amenazas: la financiación, la emergencia climática, la emergencia lingüística y el crecimiento local y global de la extrema derecha, que agrava la crisis de legitimidad de la democracia. Si Esquerra sabe liderar estas luchas compartidas, la crisis significará cambio y oportunidad. Quizás mucho antes de lo que algunos sospechan.

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