"La dieta mediterránea no es sólo una forma de alimentarse; es una manera de vivir"
Mantener este patrón alimenticio y sus hábitos mejoran la calidad de vida y la longevidad
Para procurarse un buen envejecimiento, la dieta mediterránea es una poderosa aliada. Según explica Gemma Salvador, dietista-nutricionista de la Agencia de Salud Pública de Cataluña (ASPCAT), "este modelo alimentario ha sido reconocido por la comunidad científica internacional como uno de los más saludables del mundo", por lo que puede mejorar la calidad de vida y la longevidad. De hecho, figura como uno de los elementos de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
La dieta mediterránea no se ciñe sólo a la comida. "No es una forma de alimentarse; es una manera de vivir", asevera Salvador, porque incluye realizar actividad física regular al aire libre o disfrutar de las comidas en compañía, hábitos que promueven la salud y que cuentan con el aval de muchos estudios internacionales. "Las personas que normalmente comen solas suelen ingerir alimentos de menor calidad que las que comparten comidas", ejemplifica Salvador, que coordina los programas de alimentación saludable y sostenible de la ASPCAT.
En cuanto a la alimentación, recuerda que la dieta mediterránea se ha caracterizado históricamente por un alto consumo de frutas y verduras frescas y de temporada, legumbres, frutos secos, cereales –priorizando los integrales–, tubérculos como la patata y aceite de oliva –el virgen extra es el de mayor calidad–. Con menor cantidad y frecuencia, también de lácteos y huevos, así como pescado –priorizando las especies que se pescan cerca, lo que los mayores ya suelen hacer, en vez de los que están en peligro de extinción– y algunas carnes, preferiblemente blancas y con poca grasa. Dentro de este patrón no deben tener cabida de forma habitual productos muy procesados ni ultraprocesados, mientras que el agua es la bebida troncal.
A la hora de ir de compras, Salvador recomienda priorizar "el producto fresco y de la máxima proximidad posible", porque contribuye a la preservación de la actividad agrícola catalana y tiene un impacto ambiental más reducido. Asimismo, resalta que "la dieta mediterránea no tiene por qué ser cara", porque los productos más caros suelen ser los que deben comerse con menos frecuencia y cantidad, mientras que los precocinados y los ultraprocesados también incrementan el coste de la compra. La clave es optar por producto fresco y cocinarlo en casa.
Una herencia para niños y jóvenes
En Cataluña, el 55% de la población de 15 o más años realiza un seguimiento adecuado de las recomendaciones de la dieta mediterránea, según la Encuesta de Salud de Cataluña (ESCA) de 2024. Este porcentaje se eleva progresivamente a partir de la franja de entre 45 y 64 años hasta alcanzar el 62,8% entre los mayores de 15 años. "La gente mayor sigue más la dieta mediterránea porque la ha vivido más", dice Salvador. Haberla mantenido históricamente ha contribuido a que seamos de los lugares del mundo con una de las poblaciones más longevas.
Mantener la dieta mediterránea es esencial y "debería ser una de las herencias más importantes que deje a las personas mayores", defiende Salvador. Ve imprescindible que transmitan a niños y jóvenes valores como conocer la elevada oferta alimentaria que nos rodea, saber qué productos son de temporada en cada momento, no excederse en las compras para que la comida no se estropee y saber dar una nueva vida a las sobras para evitar el desperdicio alimentario, además de la historia y la cultura gastronómicas, como la tradición de ' pequeñas aportaciones de carne o pescado, como los arroces y los guisos.
Ahora que la comida preparada se hace cada vez más presente en los hogares, Salvador también recomienda a las personas mayores no dejar de cocinar siempre que sea posible: implica salir a la calle para ir de compras –mejor hacerlo con pocas cantidades ya menudo–, socializar, ordenar la despensa y preparar las comidas. "Sin tener que ser cocinitas se puede comer de forma bastante básica y nutritiva", remarca la dietista-nutricionista de la ASPCAT, y así tampoco hay que recurrir a alimentos precocinados. En caso de tener que hacerlo, conviene elegir bien, porque a menudo pueden contener mucha sal, azúcar o grasas que no es lo más adecuado.