Leo en el ARA que “un estudio pionero realizado en Cataluña alerta de que el 70% de las chicas abandonan la práctica deportiva durante la adolescencia” (y que abandonen quiere decir que las hacían). La han coordinado las doctoras Anna Puig-Ribera y Montserrat Martín-Horcajo, que dicen: "La menstruación es un tema que aparece mucho. Los cambios corporales hacen que se sientan incómodos e inseguros. [...] Los miedos crecen y el ropa deportiva, que es corta y estrecha, no ayuda. Tienen la sensación de que si se manchan un poco se notará mucho".
Hay una edad (a los diez o doce años) en la que tienes la regla pero todavía no te puedes o no te sabes poner un tampón. Y entonces –como Verano azul– quizás no te bañas. Somos legión las que hemos dicho, tres veces al mes: “Profe-mha-vingut-la-regla”, para no hacer piscina. Pero la regla –si no duele– no debe impedir los distintos deportes. "Tengo un poco de miedo porque quiero hacer escalada, pero con lo de la regla no sé si podré", dice una de las chicas del estudio. Y añade: "Da vergüenza, porque, al ver a una persona manchada, sí que seguramente todo el mundo tiene el pensamiento de «Ay, ¿cómo es que no se cambia?»".
El miedo a manchar lo hemos tenido todas. Pero escalando o representando a Medea o haciendo un maratón (hice un maratón con la regla). El hecho de que alguna ropa deportiva sea estrecha afecta a chicos y chicas. Se corre o se hace halterofilia con mallas, porque así no se te inician las ingles. En el fútbol, por ejemplo, la ropa es ancha. Ir en bañador –enseñar el cuerpo– da vergüenza. Pero a algunas de ellas y algunos de ellos. Ellas quizá se sientan más observadas y juzgadas. Cierto. Es cierto también que algunos bañadores "de uniforme" están muy mal pensados para estas edades: transparentan pelos y pezones, las tallas son ridículamente estándar, y agarran demasiado. He visto a chicos sufriendo con un eslipeto de baño que parecía un tanga puesto al revés.
Vengo de aquella época en la que abrazamos el tampón como la revolución de la igualdad. Los anuncios prometían que podrías nadar, montar a caballo... Que ahora, en la era de las copas menstruales y las compresas que se lavan, no convertimos la regla en la anomalía de nuestras abuelas.