Lo hacen en Estados Unidos y lo hacen aquí

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El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha eliminado el derecho constitucional a abortar. Esta regresión histórica puede condenar a las mujeres americanas de más de la mitad de los estados a vivir como 50 años atrás.

Los jueces del Supremo lo decidieron por seis a tres, y de los seis de la mayoría, tres eran jueces propuestos por Trump. ¿Alguien cree que a una persona amoral como Trump le importa el derecho al aborto y, en general, le importa algo de lo que quita el sueño a la gente normal y corriente? La respuesta es que no. Ya sabemos que a Trump solo le importan el poder y el dinero, hasta el punto de haber dirigido un golpe de estado para continuar en la presidencia una vez vio que había perdido las elecciones. Pero Trump necesita los votos de los millones de americanos que hacen de la lucha contra el derecho al aborto o a favor de llevar armas una cuestión de principios y sabe excitarlos en esta batalla cultural. Precisamente anteayer el Supremo autorizó a llevar armas en espacios públicos. Trump se aprovecha de los principios de los otros, porque él no tiene, para hacer política, es decir, negocios, en beneficio propio.

Es el mismo procedimiento que hemos visto en España repetidamente: conseguir que la gente vote contra sus intereses, pero que parezca que vota a favor de sus principios. La batalla contra el Estatuto de 2010 era la batalla cultural contra Catalunya de siempre y que hoy continúa contra la lengua. Los audios de la operación Catalunya que hemos escuchado estos días muestran la obsesión de un ministro de controlar el poder judicial y por eso ya hace años que no hay acuerdo para renovarlo.

Lo que subleva es que todo esto se haga a la luz del día, que todo el mundo sea consciente, que se pueda escribir en un diario y que el sistema que hace posible esta manipulación del estado de derecho y de la democracia continúe actuando con impunidad. 

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