La estrategia de reducir la base

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Gente yendo a la manifestación de la Diada.

La estrategia de ampliar la base se ha frustrado por el destripamiento en el independentismo. Ha acabado siendo una estrategia torpe y transversal de reducir la base. Nadie quiere apuntarse a un club donde la gente se relaciona a base de insultos, donde se escarba en los compañeros a través de un celo enfermizo dispuesto a encontrar traidores o tibios,ñordoso butifleres. El cainismo es desalentador. Las familias que funcionan a gritos, donde todo el mundo desconfía de todo el mundo, terminan rotas. Los ambientes tóxicos ahuyentan al personal. Esto es lo que ha pasado en el movimiento independentista, que no ha sabido salir de su adolescencia testosterónica. Todo es visceral, infantil, radical. No ha habido, ni todavía hay, cintura adulta suficiente para aceptar las diferencias, las contradicciones y los vaivenes. Las posguerras suelen ser duras y largas. La digestión del post Proceso se está haciendo pesada. La incógnita es saber si ya se ha tocado fondo o si se puede ir más abajo.

Con estas bases, efectivamente no se amplía la base. La gente de la base desierta o se queda en casa. Ya se lo hará. Sí, la cosa se puede seguir adelgazando. No es fatalismo, es realismo. No importa si el mantra es "unidad" o "diálogo", si es "confrontación inteligente" o "negociación". O todo a la vez. La cuestión es respetar o no respetar la discrepancia. De hecho, los dos partidos grandes acabaron haciendo lo mismo. Han hecho lo lógico: evitar males mayores (una mayoría PP-Vox) apuntalando al PSOE en el gobierno de España para acabar con la represión y conseguir beneficios más o menos concretos como el catalán en el Congreso, la promesa del catalán en Europa, la promesa del traspaso de Cercanías, etc. Paradójicamente, lo que más defendía esta vía (ERC) es quien ha sufrido el mayor castigo electoral. La vida, especialmente la política, nunca es justa.

Ha ganado el liderazgo emocional de Puigdemont, algo previsible. Las emociones también están hechas. Y cuentan. El perdedor ha reconocido la derrota: Aragonés dejará la primera fila. Y dentro de la familia republicana vienen turbulencias, un subdestripamiento. En cuanto a Puigdemont, de momento no ha digerido su relativo éxito: encabezar un independentismo que ya no es mayoritario en el Parlament. Es duro aceptar. Ha sobrevivido, pero el conjunto por primera vez no suma. De hecho, Junts sólo ha recuperado votos del PDECat y ha recogido a varios de ERC y la CUP mientras perdía hacia Aliança (y los sufragios hacia la extrema derecha no suman, restan). Ninguna fuerte entrada nueva. Anunciar que vas a una investidura basada en la relación con Sánchez, cuando tú dependes tanto de él como él de ti (está en juego la amnistía), es poco realista. Es despistar a la base. ERC podría llegar a estar dispuesta a jugar, pero el PSC, ganador en votos y escaños, no se abstendrá por hacerlo presidente.

Un amigo me dice: "Los liderazgos que tenemos son todos materiales de desagüe, pero no hay plantel". Es algo duro, pero bastante exacto. ¿Quién se mete en política hoy en día? ¿Quién se ilusiona con el independentismo autodestructivo? ¿Qué relevo tiene Puigdemont y cuál hay en ERC? Algún día unos y otros tendrán que arriesgar con nuevas caras. En el unionismo ya se han renovado.

Ahora mismo, los republicanos tendrán que decidir sin un liderazgo claro. Junqueras estará y no estará. En esa posición de debilidad, lo que menos le interesará a ERC es ir a elecciones. Puede dejar que Puigdemont se estrelle contra el PSC y luego allanar el camino a Isla. Desde el poder, el PSC sí tendrá la oportunidad de ampliar su base: tendrá la Generalitat, las diputaciones, los principales ayuntamientos y la complicidad de la Moncloa. Aunque los amigos del PSOE, precisamente por demasiados amigos, tampoco le pondrán fácil mejorar la financiación o el traspaso de Cercanías.

Y las europeas, ¿qué? El batacazo independentista puede ser aún más doloroso y transversal, sólo disimulado por una abstención que amenaza con ser general. Ir acostumbrando a la gente a no votarte es peligroso. Es un trabajo muy efectivo para reducir la base. Y todos se están esforzando bastante, en esta estrategia compartida de la confusión.

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