Extrema derecha: lloriqueos y tiempo que se pierde

Pintada en Ripoll, pueblo donde gobierna el partido de Silvia Orriols.
05/05/2025
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Aún ahora, denunciar la existencia de una extrema derecha independentista conlleva enfadar gravemente a algunos patriotas, según los cuales esto son falornias de la izquierda españolista. De hecho, a estos patriotas la izquierda les parece casi siempre españolista y, por supuesto, woke y ahogada en una balsa de pensamiento débil. Tal vez a algunos de ellos les moleste oír hablar de una extrema derecha catalana porque están más cerca de lo que quieren que parezca. Sea como fuere, la extrema derecha independentista es un fenómeno que hoy en día tiene dos diputados en el Parlament de Catalunya y que goza de amplias posibilidades de crecimiento electoral. También sufre, y esto la lastra, una fuerte fragmentación interna, que se materializa en un baile de siglas y grupúsculos. Lo tiene todo bien descrito y explicado en el reportaje de Xavi Tedó en este diario.

Los discursos victimistas que insisten en presentar Catalunya como una nación ocupada por colonos, habituales entre algunos independentistas, quizás no son propiamente discursos de extrema derecha, pero evidentemente le apuntalan y le dan fuerza. Es curioso que los partidarios de esta retórica suelen encontrar emperoso a considerar a Palestina como una nación ocupada y colonizada, y no ven, en cambio, inconveniente en utilizar estos términos en referencia "a los catalanes" (una denominación que en sus enunciados queda tan desdibujada y fantasmagórica como en los del nacionalismo español, porque en los del nacionalismo español). De hecho, suelen oír una suerte de identificación entre Catalunya e Israel, particularmente con el "derecho a defenderse" esgrimido por Netanyahu y su gobierno ultraconservador. También existe una buena dosis de trumpismo del señor Esteve y, en general, de apoyo al fantasma que recorre Europa en forma de propuestas políticas iliberales, que nuestros fachas (esto también podemos decirlo) identifican con un supuesto pensamiento político "fuerte".

La existencia de una extrema derecha catalana tiene que ver con la influencia del panorama internacional pero también con factores propios. El principal, que la energía que llevó al referéndum del 1-O, y que fue una energía esencialmente progresista y ligada a la radicalidad democrática, se ha dejado en "debates" de barra de bar –esencialmente en las redes, y también en las tribunas que tratan de sacar jugo de la amargura posproces vender su ungüento patriótico. Se les reconoce porque suelen tener a punto un reproche de traición o cobardía para quien discrepe de sus sermones, y porque cuentan historias de miedo sobre la muerte de la lengua catalana y la sustitución o la suplantación de los "catalanes" por todo un surtido de grupos venidos de fuera expresamente para acabar con las formas de la vida catalana. En resumen: se suman a la Internacional del Ploricó representada en el Parlamento Europeo por el grupo Patriotes, a la vez que forfolan un ploricó propio y nostrat. Entre otras cosas, representan una importante pérdida de tiempo y fuerzas.

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