Gigantes y enanos

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Jaume Roures, hasta ahora socio gestor de Mediapro.

No todo es la investidura. De fondo de toda la semana, convivimos con el horror por los bombardeos de Israel sobre Gaza y los odios que se disparan en todo el mundo. Y de reojo, la misma mirada de hace demasiados meses en el cielo a ver si llueve. Hablando de odios, Aitana Bonmatí se expresa en catalán cuando recibe el Balón de Oro y el ejército de odiadores del catalán, que no piarían si hablara en inglés, salen automáticamente de la caverna mental para blasmarla. La catalanofobia es constitutiva de un tipo de español de pensamiento trinchera y agresividad cuartelaria.

De otro tipo de sufrimiento habla Paco Escribano a La tierra y las cenizas (Destino), que es otro homenaje suyo en Brasil y otra oración en Sant Pere Casaldàliga. Explica la diferencia que capta entre Lula y Bolsonaro: Lula dice a la gente que entiende sus problemas y que se ocupará de ellos; Bolsonaro les dice que entiende sus problemas y que se ocupará de atacar a los culpables. Aplicable a todos los Lulas y Bolsonaros de la política nacional y mundial.

Veo marchar a Jaume Roures del edificio de Mediapro, entre el aplauso de cientos de excompañeros que han bajado de todas las plantas para despedirle. Les promete una fiesta de despedida en unos días y, después de haber pasado la mañana guardando treinta años en cajas, atraviesa la Diagonal emocionado y solo. En la sala de juntas deja estatuas de Oscar y de Emmy y tres décadas de negocios audiovisuales encerrados entre bocados de los tiburones más grandes del sector. Este gigante no es de los que van a la procesión.

Conmemoramos el centenario del nacimiento de Victoria de los Ángeles. Nació en el edificio de la Universidad de Barcelona, ​​donde su padre hacía de bedel y donde décadas después recibió el doctorado honoris causa. En el paraninfo, la Fundación que lleva su nombre ha organizado un concierto que repasa el repertorio de la soprano. Y la música vuelve a hacer el milagro de desaparecer los horrores.

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