El poder y la gloria

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El exministro del Interior Jorge Fernández Díaz con el expresidente español Mariano Rajoy, en una imagen de archivo.

1. Operación Catalunya. El expresidente valenciano Ximo Puig decía, en el ARA, que la operación Catalunya es "lo más grave que ha pasado en democracia". Y Pedro Sánchez añadía: “Como no se une a España es con recortes, corrupción y la guerra sucia de Rajoy”. Ahora veremos en qué queda todo esto. Los papeles comienzan a estar sobre la mesa, resultado de varias investigaciones (y filtraciones) periodísticas y no fruto de actuaciones ordenadas de los poderes del Estado. Documentan una verdadera guerra sucia, en tiempos de Rajoy y del inefable Fernández Díaz, el hombre que considera que en nombre de Dios todo le está permitido.

Las cosas del poder van poco a poco, y especialmente cuando no interesa que se sepan, y de momento la justicia ha movido una sola ficha y desde la Fiscalía de Barcelona. Han sido las escuchas y falsedades construidas contra el exfiscal Martín Rodríguez Sol, que la derecha convirtió en sospechoso de complicidad con el independentismo, los motivos de la primera actuación judicial. Veremos si ese primer paso abre otros caminos. El mero hecho de dudarlo ya es todo un indicio del nivel de contaminación entre poderes, que es un lastre de la democracia española. Sin que, hay que decirlo todo, las demás estén libres de pecado, pero es que aquí venimos de un pasado que todavía tiene capacidad de ensuciar.

De momento, se ha empezado a documentar lo que ya se sospechaba. Y se confirma la enorme irresponsabilidad de Rajoy, que durante cinco años –de 2012 a 2017– no hizo absolutamente nada por resolver políticamente el conflicto catalán. Esa dejadez hizo que, cuando las aguas subieron, Rajoy se pusiera en manos del aparato represivo del Estado y de la justicia. Un fracaso político que ha tenido costes considerables para todos. Y ahora es precisamente la justicia, la que ha perseguido al independentismo, quien deberá clarificar la guerra sucia autorizada por un presidente que optó por dejar hacer. ¿Se llegará a la clarificación necesaria para recuperar un mínimo de confianza? ¿O se intentará seguir negando lo que es evidente?

Las dificultades de renovación del poder judicial ponen en evidencia las zonas de confusión entre política y justicia. El PP lleva cinco años dando largas porque cree que la actual composición le beneficia. Y hace así un triste servicio al poder judicial, sin que este se desmarque, como sería deseable. Las informaciones comprometedoras han salido a la luz. Ya no se puede mirar hacia otro lado. Las responsabilidades de Rajoy y los suyos claman al cielo. La democracia española vivirá con este episodio una verdadera prueba de calidad. Y el presidente Sánchez debería ser el primer interesado en llegar hasta el final. Hay que saber quién y cómo violó derechos básicos de los ciudadanos con la obscena coartada de la patria en riesgo. La operación Catalunya es un escándalo que pone a prueba a las instituciones españolas. ¿Hasta dónde se podrá llegar?

2. Adiós, Nadal. Qué difícil debe de ser aguantar el tipo cuando se llega muy joven a mito mundial y en veinte años se queman las fuerzas y hay que reinventarse. Rafa Nadal cae muy bien a mucha gente: ha llegado a ser uno de los mejores tenistas del mundo, a base de un esfuerzo y una dedicación total y con generosidad a la hora de expresarse. Era el triunfo de la voluntad. No transmitía la sensación de facilidad de un Federer al que parecía que el tenis le salía espontáneamente, pero seducía por un juego que era una expresión permanente del deseo de ganar. Estas carreras tienen límite, en torno a los cuarenta años, y Nadal se ha estrellado a la hora de llegar. Como si de pronto hubiera perdido ese sentido de la realidad que lo había hecho genial. Era un error cantado querer volver a jugar a su edad, después de un año de sufrimiento. Y lo ha rematado al empezar a tomar posiciones al día siguiente. La aceptación de un impreciso rol de embajador de Arabia Saudí, es decir, de icono para limpiar la imagen de un país montado sobre el autoritarismo feudal y el sometimiento de las mujeres, que utiliza el deporte para comprar voluntades en Europa, deja a Nadal desnudo. Triste final. Decían que su destino era ser el heredero de Florentino Pérez en la presidencia del Madrid, no querría creer que esa fuga tiene que ver con ese objetivo.

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