¿Quién gobernará Gaza?
La academia noruega del Nobel de la paz ha salvado la dignidad no dejándose intimidar por Trump, por mucho que el presidente dijera que no darle el premio era "un insulto para el país". El detalle de premiar a la enemiga de uno de sus grandes enemigos no estoy seguro de que le haya hecho gracia. A estos egos lo primero que se les dispara es la envidia. Ahora habrá que ver cuál será la venganza. Y en este contexto, me sorprende la facilidad con la que desde muy diversas posiciones se compra la propuesta de pacificación de Gaza como si ya fuera un hecho consumado.
Da gusto ver imágenes de palestinos volviendo ahí de donde los sacaron. Pero no es fácil borrar su huida. Y es inquietante que en nombre de una hipotética paz se dé la tragedia por pasada cuando todo está por hacer. Netanyahu ocupa un lugar destacado en la larga lista de los criminales de la historia y parece como si ya quisieran indultarlo. Nada será creíble mientras él siga gobernando Israel. Trump ha convertido en icono de este episodio la humillante foto en la que aguantaba el teléfono con el que Netanyahu se disculpaba con Catar siguiendo sus órdenes. Proclamando que él es el motor de la paz, evidencia que antes ha sido el tutor de la guerra. Por lo tanto, cuidado: igual que ahora se hace creer que acaba, puede volver a empezar.
Todos estamos agotados de vivir en directo la destrucción de una colectividad humana y, por lo tanto, queremos creer que la tragedia se detiene. Pero no se puede bajar la guardia por unas expectativas que no sabemos adónde llevan. Y por una propuesta que no empodera a los palestinos. Hamás ha dado un paso que algunos consideran que es un éxito de la furia destructora de Israel, una interpretación que aprovecha para seguir defendiendo la embestida de estos meses. Y Gaza está destruida sin que nadie nos explique cómo y quién la tiene que restaurar. ¿Seguirá Israel adjudicándose su tutela?
Ciertamente, hay una pausa en el ritmo de la agresión, si es que quedaba algo por destruir. Pero no se da a los palestinos ninguna garantía de competencia sobre su territorio. Netanyahu sigue en el poder. Y nada asegura el orden y las condiciones necesarias para que los ciudadanos de Gaza puedan reconstruir su tierra. Todos tenemos ganas de que esto acabe, pero no sabemos cuál es el objetivo real de este plan convenido entre Trump y Netanyahu. ¿Una pausa para esparcir la presión y volver a empezar?
¿Quién pagará la reconstrucción de Gaza y cuándo se dará poder y reconocimiento a los palestinos? Y sobre todo: ¿qué día se irá a casa Netanyahu y nos liberaremos de ese icono de la maldad? Con él en el poder, no lo duden, la tregua será puro eufemismo. Hay mucha prisa por cantar la pacificación, pero pocas razones para creer que sea estable. Con una pregunta es suficiente: ¿quién gobernará realmente Gaza?
