El grave problema de la salud mental juvenil

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Como la pandemia ha afectado la salud mental en Cataluña

Venimos de un déficit desde hace tiempo en la atención a la salud mental juvenil. El sector de la medicina privada había ido supliendo la carencia –para aquellos que se lo podían pagar– de una red pública claramente insuficiente e infradotada, que ofrecía una atención poco profunda (no por falta de buenos profesionales, sino de medios y tiempo) y poco frecuente. Y, de golpe, con la pandemia, ha habido un fuerte aumento de casos que ha llevado al sistema al borde del colapso. La saturación de la red es evidente. Las colas y los casos desatendidos o mal atendidos son hoy un problema grave admitido por la misma conselleria de Salud y denunciado por los profesionales y los pacientes. El tiempo de espera es inviable en muchos casos que no pueden esperar. La situación, pues, es preocupante y en algunos casos desesperada para muchas familias. La sobremedicación, que ya era una práctica habitual para salir del paso, continúa siendo demasiado a menudo la única salida. Pero es una falsa salida: a la larga y sin otras terapias no soluciona las enfermedades mentales. Y lo más grave de todo es que estamos ante una situación largamente anunciada: en los últimos meses se ha dicho y repetido que después de la pandemia del covid vendría otra de salud mental. Depresiones, angustias, descalabros emocionales y trastornos de diversa índole están hoy a la orden del día, y como país no damos abasto para atenderlos. Esta es la realidad.

El departamento de Salud calcula que, desde que estalló el covid, han aumentado un 27% las consultas sobre suicidio y conductas autolesivas entre los jóvenes. La demanda de jóvenes que quieren visitarse (o familias que lo reclaman) se ha disparado un 30%, especialmente debido a los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), las autolesiones y los cuadros ansioso-depresivos, pero también por los trastornos severos de la conducta y de gestión compleja. En este contexto, el Govern ha reservado 80 millones de euros para el refuerzo de la atención psiquiátrica y psicológica en el proyecto de presupuesto del 2022, y, visto el problema de la actual red de atención primaria y hospitalaria, ha decidido apostar ya por la atención domiciliaria con diez equipos que, a partir de la semana que viene, permitirán atender a unos 250 jóvenes de 12 a 25 años con trastornos psicopatológicos graves.

Las enfermedades mentales requieren mucha atención personal, mucho seguimiento constante. Ni los enfermos ni las familias están preparados para este tipo de patologías, sobre las cuales hay un gran desconocimiento general y una evidente falta de formación y sensibilización. Su tratamiento, además, acostumbra a alargarse en el tiempo y a estar rodeada de tabúes. Y, a pesar de que la atención médica es crucial, tiene que ir acompañada también de un abordaje más integral que, en el caso de los adolescentes y jóvenes, tenga en cuenta e implique a los entornos familiares y educativos, y los aspectos socioeconómicos. Hacia aquí es hacia donde se llevar la red de salud mental juvenil, con la intervención de profesionales de todos los ámbitos. Hay, sin duda, mucho trabajo por hacer, pero es un primer paso importante.

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