"El sueño de nuestro pueblo es la independencia, para mantener nuestra tierra y nuestra identidad" (Upaluk Poppel, ciudadano groenlandés, Barcelona, Fórum Universal de las Culturas, 2004)
Este sentimiento de identidad groenlandesa lo conozco bastante bien desde que viajé por primera vez a Kalaallit Nunaat (Groenlandia), en el 2002. Desde entonces cada año voy dos o tres veces, porque tengo familia groenlandesa y porque es mi segundo hogar después de Catalunya. Pero ese deseo de independencia y de identidad no viene de ahora sino que viene de lejos, hace ya mucho tiempo que existe.
En 1861 el Atuagagdliutit se convirtió en el primer diario del mundo editado en la lengua nativa de una población colonizada. Este hecho fue posible porque la lengua groenlandesa, llamada kalaallisut, se formalizó gracias a los misioneros, lo que permitió que se empezara a leer y escribir en ese idioma nativo. Además, la lengua groenlandesa se apoyó en la enseñanza, la actividad misionera y la producción literaria. Esto ayudó a eliminar el analfabetismo de la población groenlandesa y gracias a la publicación del diario y al uso de este idioma en común empezó a desarrollarse durante los siglos XVIII y XIX un sentimiento de identidad groenlandesa, llamado kalaaleq okalaalleq. A principios del siglo XX, este sentimiento ya se había generalizado y reforzado por todo el territorio. Por este motivo, y a lo largo de los años, he podido entender y vivir en primera persona ese sentimiento de ser groenlandés.
Recuerdo que el 28 de agosto del año 2019 estaba en la pequeña localidad de Kulusuk (cuesta este de Kalaallit Nunaat). Como hago cada año siempre que estoy allí, paso unos días en casa de mi buen amigo cazador groenlandés Justus Utuaq. Nunca olvidaré ese día, cuando en las noticias de la televisión de la KNR (el canal de radiodifusión pública de Groenlandia) vimos juntos la imagen de un tuit de Donald Trump publicado el 19 de agosto donde decía: "Dinamarca es un país muy especial con gente increíble, pero basándonos en los comentarios de la primera ministra Mette Frederiksen, diciendo que no tendría ningún interés en discutir la compra de Groenlandia... pospondré nuestra reunión prevista en dos semanas para otro momento... ¡Espero volver a programarla en el futuro!". Y a continuación la cadena de televisión mostraba, en una entrevista, la respuesta de la primera ministra danesa al diario groenlandés Sermitsiaq: "Groenlandia no está en venta. Groenlandia no es danesa. Groenlandia pertenece a Groenlandia. Espero firmemente que esto no se haga". Entonces miré a Justus y a raíz de su mirada y sus comentarios pensé que Groenlandia nunca había estado a la venta y que a Trump le volvería a pasar lo mismo que a sus predecesores, como los presidentes Andrew Johnson (1860) y Harry S. Truman (1946), que ya lo intentaron y no lo consiguieron.
Obviamente, los groenlandeses miran con recelo las palabras de Trump y no se fían nada de las amenazas del presidente estadounidense. Sin embargo, este pueblo ya hace mucho tiempo que decidió manifestar su voluntad a través de las urnas. El 25 de noviembre de 2008 votaron en un referéndum la ampliación de la autonomía y abrir así sus puertas a una futura independencia del país. El 75,54% votó a favor y Groenlandia oficializó su autogobierno el 21 de junio de 2009. En las últimas elecciones, celebradas el 11 de marzo de 2025, avanzadas ante las afirmaciones de Trump, el resultado fue aún más contundente, ya que el 91,6% de la población votó a partidos independentistas. Y de hecho, en la formación del nuevo gobierno de coalición han quedado fuera del Inatsisartut, la rama legislativa del Parlamento de Groenlandia, los únicos partidos que no veían con malos ojos las palabras del presidente estadounidense.
Los groenlandeses están convencidos de que tarde o temprano serán independientes, que solo es cuestión de tiempo. Es un pueblo muy unido, con las ideas muy claras y con el convencimiento de que su presente y futuro solo dependerán de ellos. Son gente de paz, no quieren conflictos con nadie y nunca han tenido ninguna guerra en su país. Además, no tendrían ningún problema en seguir colaborando con Dinamarca, aunque en los últimos años se ha enfriado bastante la relación entre los dos países. Tampoco ven mal trabajar conjuntamente con EEUU, para beneficiarse todos juntos. Pero siempre con un tono de cordialidad y respeto, sin amenazas, y teniendo claro que la voluntad del pueblo groenlandés es la soberanía y que continuarán luchando para mantener su tierra y su identidad.