Vista del parlamento de Sarajevo destruido durante el conflicto.
14/11/2025
Periodista
3 min

La Fiscalía de Milán ha abierto una investigación para verificar si es cierto que ciudadanos italianos y de otras nacionalidades pagaron por asesinar a civiles por placer durante la guerra de Bosnia. Este turismo macabro, que se ha definido acertadamente como "safarios humanos", consistía en pagar una cantidad de dinero que podía ir de los 80.000 a los 100.000 euros para viajar a la Sarajevo sitiada de 1992 en un viaje organizado expresamente para matar a personas. La tarifa variaba según el asesinato. Lo más caro eran los niños. Los más indefensos. Los más inocentes. El "safari" también incluía, aparte de cualquier tipo de adulto, a mujeres embarazadas. Otro de los objetivos preciados. Esta práctica salvaje fue denunciada en un documental de 2022 del esloveno Miran Zupanic, titulado Sarajevo Safari. Ahora, a partir de las declaraciones de un exgeneral del ejército bosnio y antiguo agente de la inteligencia que ha hablado con un periodista italiano, se ha puesto en marcha la acusación en la Fiscalía para esclarecer si estos hechos son ciertos y condenar a los culpables por unos crímenes que, en principio, no han prescrito.

Esta noticia es de esas que no quieres leer ni en un libro de ficción, pero es de las que crees que pueden ser tan verdad que superan cualquier ficción. No nos sorprende. Desgraciadamente. Homo homini lupus est. Pero nos inquieta. Sobre todo cuando son unos hechos que podrían haber cometido cientos de personas. No dos o tres ricos sádicos con el contexto perfecto para matar a placer y satisfacer sus vicios de dioses famélicos. Son cientos de personas, toda una red dispuesta a organizar estos viajes, a facilitar las armas y los disparos a cambio de dinero, para hacer literal la terrible expresión de "todo tiene un precio". Esta es la parte que turba más. Que el dinero siga abriendo las puertas a cualquier atrocidad y que la maldad encuentre tantos brazos dispuestos a agrandarla. Porque los hechos son de hace 30 años, pero esta es una realidad tristemente presente.

La guerra de Bosnia es una guerra que vivimos de cerca, en un sentido literal y emocional. El Sitio de Sarajevo lo recordamos. Como la matanza de Srebrenica. Y tantas otras imágenes que todavía se abren a la memoria cuando pasamos mentalmente por esos años. ¿Qué se ha hecho y se hace en todas las guerras que nos quedan mucho más lejos? ¿Qué preferimos no saber? ¿Qué sigue justificando el contexto de una guerra que es injustificable en tiempos de paz? Cada generación vive con la impotencia de ver cómo unos seres humanos se ensañan sobre otros. No se puede hacer un podio de atrocidades. Se nos acumulan y todas son escalofriantes. Al sadismo de pagar por matar a inocentes se añade la brutal norma de la violencia sexual contra las mujeres como arma de guerra, o la de dejar morir de hambre a los niños, o la tortura más salvaje de otros seres humanos. Nada es excusable por el contexto. Si acaso, el contexto permite que la brutalidad sea mayor. Es una guerra, dicen, como si las guerras fuesen inevitables.

En el mundo siempre hay personas dispuestas a pintarnos el paisaje más oscuro. Oscurísimo. Pero también siempre las hay dispuestas a iluminarlo. Por eso, es importante hacer un reconocimiento constante y discreto, porque los focos se despistan, a aquellas personas que, pasen los años que pasen, persisten en la justicia. Nadie devolverá a los muertos ni nadie evitará el sadismo, pero sí que de alguna manera nos reconforta que tantos crímenes no queden impunes y tanto dolor no sea sistemáticamente despreciado. El daño ya está hecho. Pero el paisaje tenemos que poder seguir pintándolo nosotros.

stats