Impotencia y crueldad

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Apretón de manos entre Pedro Sánchez y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en su encuentro en Jerusalén

"El número de palestinos muertos es realmente insoportable". "Estoy convencido de que el terrorismo no se puede erradicar exclusivamente mediante el peso de la fuerza". "Hay que distinguir entre los objetivos militares y la protección de los civiles". Ciertamente, el presidente Sánchez no se guardó nada ante el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Incluso insistió en lso dos estados como solución. En las imágenes se palpaba la tensión. Sánchez leía –ni una coma para la improvisación– y con la mirada baja transmitía una incomodidad desconocida en él. Más tarde reforzaría sus palabras en el encuentro con el presidente Herzog: "La respuesta no puede implicar la muerte de inocentes".

De Biden a Macron, los principales dirigentes occidentales han puesto la solidaridad con Israel en primer plano y han defendido la respuesta bélica sin demasiados escrúpulos. Sánchez es el dirigente occidental que ha ido más allá. Van pasando los días, las atrocidades siguen. Dicen que la repetición de imágenes tiene un efecto banalizador y que, a base de ver a niños destrozados cada día, se acaba normalizando el horror. Yo no lo creo, al contrario, cada imagen me genera una mayor indignación por la sensación de impotencia generalizada ante el desgobierno del mundo. Y Europa acentúa su ya natural condición de negociador evanescente. Incapaz de mover las cosas.

Cuando las dos partes del conflicto han corrido a recordar que, cumplido el plazo de la tregua, se volverá a la guerra con la misma insidia que hasta ahora, supongo que es la mala conciencia occidental la que presenta como un éxito una comedia que beneficia a un número ínfimo de personas y que servirá para que el ejército israelí recupere fuerzas.

Pese a su doble condición de presidente español y europeo, las palabras del presidente Sánchez sabemos que son testimoniales y de recorrido limitado. Pero rompen un tabú: la condición de intocable del gobierno israelí.

Estamos en un mundo en el que parece imposible aceptar algo tan elemental como que la matanza que hizo Hamás es un acto terrorista y la respuesta israelí es de una crueldad que sitúa a ambas partes en el ámbito de los crímenes contra la humanidad. Israel ha arrasado los hospitales de Gaza para demostrar que había túneles subterráneos. Evidentemente, no ha encontrado a un solo líder de Hamás. ¿Para todo esto esta matanza?

Hasta ahora solo el secretario general de la ONU, António Guterres, había dicho las cosas por su nombre. Y solo ha servido para confirmar la inutilidad de las Naciones Unidas. Y todo ello en pleno ascenso del autoritarismo posdemocrático. Ahora, Argentina y Holanda. El mundo pinta feo.

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