Un padre, con su hija de la ma, en una imagen de archivo
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Desde la placenta, daiquiri en mano, con ese clima tropical de eternidad, los niños, antes de salir al valle de lágrimas que es la vida, hay algo que no saben: qué padres les van a tocar. Lotería y ratafía. Suerte, niños. Porque hay mucha saliva sobre el informe PISA de los niños pero ni mu sobre el necesario informe PISA (Padres Indigencia Sin Paradero) de algunos progenitores (¡demasiado!). Hagámoslo.

Mirad, estábamos en ese instante donde sale la cabecita del petarrillo. Hola. Ya hay padres que creen, no ya que los niños vienen de París, sino que llegan con obsolescencia programada. Pero claro, cuando se dan cuenta de que lo llama, tiene hambre, caca y ataca cualquier intento de Paz mundial y neuronal.... Dicen: ¡nos han engañado! ¡Esto no se acaba nunca! ¡Que nos devuelva el dinero! Y cuando la cosa avanza, camina, se rasca la cabeza, y hace kárate y practica el terrorismo impaciente, proporcionalmente, muchos padres desarrollan aceleradamente un déficit de comprensión lectora y existencial de altura venusiana. Padres que por mucho que haya correos electrónicos, que los niños lo digan, lo escriban en la agenda, luces de neón, o incluso que haya comunicaciones ultratumba que lo hacen llegar a su destinatario, nunca, nunca de los nunca saben qué debe hacer su hijo en el colegio y en el planeta. Por eso contaminan, y minan, los chats de padres con preguntas de verdadera indigencia y desafiando la existencia de tejidos nerviosos en cualquier rincón de su cuerpo y su alma. Caos, confusión, caca, culo, pedo, piso... Padres no padres.

Padres que siempre tienen problemas, conflictos, razones sin razón. Todos ellos relacionados, por voluntad cósmica propia y construidos con hormigón armado, con sus hijos. Con todo lo que les rodea incluso a diez mil kilómetros en la redonda hexagonal. Padres súper-hiper-mega generosos: quieren que sus problemas sean tus problemas. Padres que regalan pollos a granel. Padres agentes no secretos socializadores de la industria de la bronca al instante, a domicilio. Padres que, de hecho, naturalmente, genéticamente, no querían tener un hijo: querían un brécol, una lavadora, un coche, una casa, un rinoceronte a pilas, o un cortador de pelos de nariz láser... ¡Ay!

Sí , dolor. Ver que viendo según qué padres entiendes según qué hijos. Y también el informe PISA, y el TISA y el RISA. Debería haber un informe PISA para padres. Y de la misma forma que estamos instalados en la locura absoluta, total y letal de que los niños no repitan curso, no sufran, no hagan nada, no, no... pues los padres deberían suspender y repetir curso. Y revalidar su título de padres. A pico y pala haciendo carreteras. Porque claro, meridiano y científico que hay padres que no deberían ser padres. Y por eso también salen los hijos que salen. Bien, de hecho, estoy seguro de que muchas criaturas continuarían de vacaciones eternas a la placenta si supieran que quien les espera fuera son estas nada, estos no seres. Estos no paras.

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