Fondos europeos para la educación

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Una aula de la UAB, vacía, el noviembre de 2020.

Estos últimos meses he estado en contacto con dos temas que, a pesar de haberme llegado por separado, por su coincidencia temporal pienso que sería bueno abordarlos conjuntamente. Por esta razón los comento los dos. Por un lado, a partir de una petición de Xavier Vives de la IESE, preparé la respuesta de la Associació d'Amics del País con ideas para las solicitudes catalanas a los 140.000 millones de euros del fondo Next Generation de la UE (NGF). Por otro, los mismos días, con la vista puesta en las elecciones del 14-F, en la Fundación Bofill hemos estado pensando y haciendo públicas unas propuestas para la transformación y la mejora de nuestro sistema educativo. Creo que tendríamos que aprovechar la oportunidad del NGF para tener los recursos que, junto con buenas ideas, nos permitan abordar con eficacia esta urgente mejora.

1. Los proyectos para el NGF. He dicho y escrito muchas veces que para aumentar las posibilidades de aprobación de los posibles proyectos y aprovechar mejor el dinero es bueno que las solicitudes estén en línea con las prioridades actuales de la Unión Europea. Resumiendo de forma simple, he encontrado en los documentos que salen de Bruselas unos objetivos de futuro que se pueden sintetizar con estas palabras: más sostenibilidad, más digitalización, más competitividad, mejor formación y más transferencia de conocimientos. Estoy absolutamente de acuerdo con los cinco, pero no os extrañará que ahora me centre solo en los relacionados con la formación.

No hay que olvidar que, tal como el mismo nombre deja patente, estos fondos intentan preparar Europa para la próxima generación, y que por lo tanto no se trata de tapar los agujeros que la actual crisis ha abierto y de volver a la normalidad, sino de reforzar y transformar los diferentes sectores y servicios para darles la calidad y la resiliencia que necesitarán en el futuro. A la hora de pensar en sectores concretos, es muy claro que tendremos que hacer importantes inversiones en el sector sanitario, que ha mostrado una gran fragilidad. Pero también tendremos que mejorar nuestro sector educativo, que es muy débil para hacer frente a los retos de los próximos años, tanto para adaptarlo a los cambios tecnológicos como por la necesidad urgente de mayor creación de conocimiento. Y no podemos olvidar su actual incapacidad para reducir las desigualdades sociales existentes, que tendría que ser una de sus funciones. Hoy en día hasta se puede pensar que a veces contribuye a crearlas (pensemos en las escuelas segregadas).

Otro elemento transversal que hay que tener en cuenta es el deseo de la UE de que las solicitudes tengan un carácter público-privado. Que no sean solo proyectos de empresas, sino de cooperación y participación de los dos sectores y que puedan contribuir a aumentar la productividad y la competitividad, pero también a mejorar los servicios públicos. La formación, la adquisición de capacidades, la mejora del factor trabajo y la creación de conocimiento van todas en esta dirección.

2. Transformación del sistema educativo. La calidad del sistema educativo es, sin duda, un factor que aumenta la competitividad de un país, y permite a la vez una disminución de las desigualdades sociales. Es por estas razones que la Fundación Bofill ha hecho un llamamiento a los partidos políticos a priorizar, a lo largo de la próxima legislatura, medidas e inversiones en las áreas de la formación. Lo ha hecho estableciendo seis retos educativos que hay que considerar en las próximas elecciones, y propone un conjunto de 15 medidas concretas para ganar equidad educativa.

No tengo espacio para explicar el conjunto del documento, pero destaco unas pocas de las muchas propuestas que allí se plantean: a) evitar la segregación escolar, b) mejorar la financiación de las escuelas con más dificultades, c) combatir el abandono escolar, d) acelerar la transformación educativa a partir de experiencias como Escola Nova 21, e) crear redes de trabajo colaborativo entre escuelas, f) aumentar la actividad educativa en áreas extraescolares, g) promover la participación de empresas y organizaciones civiles en la tarea formativa, h) dar una especial atención metodológica y financiera a la etapa 0-3 años, especialmente en territorios con población de baja renta per cápita y i) normalizar la formación a lo largo de toda la vida.

Destaco una idea que está presente en todo el documento: el sector educativo catalán no está lo bastante financiado si lo comparamos con los de muchos de los países de la UE. Pero no basta con un aumento de recursos financieros, sino que es muy importante saber a qué se dedican y dónde van a parar, es decir, qué objetivos pretenden lograr y con qué medidas lo quieren hacer.

3. Proyectos catalanes y el NGF. Por lo que he dicho, no os extrañará que piense que sería importante preparar algunas solicitudes para las próximas convocatorias a partir de estas ideas: los solicitantes tendrían que ser tanto del sector público (departamento y municipios) como organismos civiles expertos en estos temas, y grupos de empresas y organizaciones empresariales o sindicales que quieran participar en ellos. Creo que una iniciativa como esta encajaría mucho con lo que la UE busca y también con lo que Catalunya necesita. La suma de todas estas voluntades, si se pueden agrupar, y de todo este dinero, si se consigue, podría significar un empujón puntual muy fuerte para poder experimentar nuevos modelos.

Joan Majó es ingeniero y ex ministro.

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