Desde el domingo, cuando le espetó al entrenador del Espanyol que no entendías el catalán "gracias a Dios", que tu nombre es noticia. Para empezar, seguro que ya sabes que, en realidad, Dios no tiene nada que ver con el conocimiento de lenguas. La ignorancia es cosa tuya. Pero tú fuiste mucho más lejos, presumiste de la ignorancia, agradeciendo al cielo no entender el catalán.
Tienes que saber que el responsable de esta bendición tampoco es Dios, sino España, que hace siglos que tiene un molde para que la gente hable exactamente como tú hablaste el domingo y que hable de ello públicamente, porque el desprecio al catalán no sólo no comporta ningún reproche legal o social sino que más bien te hace aparecer como un español con las convicciones muy bien puestas. El domingo te salió de dentro del peón con el que le convierte la cultura identitaria española, uno de cuyos valores constitutivos más importantes es la catalanofobia acompañada de aquella superioridad acomplejada que Antonio Machado describió magistralmente cuando escribió aquello de "desprecia cuanto ignora".
Termino. Es probable que pienses que no hay por tanto. Yo también estuve tentado de pensarlo cuando escuché en directo por la radio, porque expresiones como la tuya debemos oírnos decir muchas, al año, y te sale lo de"el mejor desprecio es no hacer aprecio". Pero eres periodista, o por lo menos por eso te paga Televisión Española, que es un medio público que también emite en catalán, y deberías saber que con las palabras se puede hacer muy bien y mucho daño. Y esto tampoco es cosa de Dios, ni de España. Aquí, la elección es tuya y de tu ética profesional.
