Cuando se entra en espiral negativa, no es fácil corregir la tendencia. Dice Le Monde que el viernes, por la mañana, Macron llamó a François Bayrou para decirle que no sería primer ministro, el candidato frustrado va a ir al Elíseo y poco después se anunciaba su candidatura. De mal en peor, Macron, atrapado en su pompa y circunstancia, ha llevado a la V República a un callejón sin salida. François Bayrou, el eterno aspirante, debe hacer un gobierno de amplio espectro para no volver a caer en una nueva moción de censura que dejaría definitivamente acorralado al presidente de la República. Pero los socialistas ya han dicho que no entrarán en la conjura, y las relaciones entre Bayrou y la derecha siempre han sido de rivalidad y desconfianza. Se cierra el ciclo de tres meses del peor gobierno de la V República, y se anuncia un nuevo gobierno que volverá a estar en función de los cálculos e intereses de Le Pen y compañía.
El perfil de Macron se desdibuja cada vez un poco más incapaz de imponerse para hacer una mayoría que sume representantes de la derecha y de la izquierda. Ahora sí que de hasta dónde llegue Bayrou dependerá que Macron pueda seguir hasta el final de su mandato. Bayrou lleva cincuenta años de carrera política con un objetivo: llega a la presidencia de la República. Parece que deberá consolarse con el escalón anterior. Con un alto riesgo de salir antes de tiempo. ¿De verdad que no había ningún candidato con mayor proyección de futuro que aportase una imagen de proyecto propio y no el simple oportunismo de aprovechar el desconcierto de Macron? La edad de los que el presidente recluta hace pensar que sólo quiere nombres en vías de amortización que no le hagan sombra.
Una semana después ya es patente el inútil intento de Macron de capitalizar la inauguración de Notre-Dame reconstruida tras el incendio. Una mesa de salvación que lleva cola. La ausencia del papa Francisco situó la escena cerca del esperpento: ¿el presidente de una República laica ejerciendo de anfitrión de un acontecimiento eclesiástico? El papa Francisco se sintió utilizado. Y decidió no ir. Para quien tenga dudas sobre la intencionalidad de esa ausencia, el Vaticano acaba de anunciar que, este domingo, el Papa se desplazará a Ajaccio –territorio francés, isla de Córcega– por un encuentro de religiosidad popular. Cabe decir que el Vaticano nunca se ha sentido cómodo en la tradición de la Ilustración de la que Francia hace bandera y que simboliza la separación entre la verdad de conocimiento y la verdad de la fe y entroniza como valor la capacidad de cada uno de pensar y decidir por sí mismo.
Los desmedidos ejercicios de teatralización política con los que Macron está huyendo de la realidad no hacen más que agravar la situación de Francia (y de rebote de Europa) Y envuelve que hace fuerte.