La aprobación de la amnistía y el descarrilamiento de los presupuestos de la Generalitat, con una diferencia de pocas horas, dinamitan el escenario político y abren una nueva etapa. Serán los ciudadanos los que decidirán el día 12 de mayo, quizás con la pinza en la nariz, en quién confían para gobernar.
En la política también hay accidentes y ERC no se esperaba que los comuns llevaran su no hasta las últimas consecuencias con la excusa del Hard Rock. Las dinámicas de partido y el malestar en el Ayuntamiento de Barcelona pueden haber contado tanto como la incomodidad de recibir indicaciones desde Madrid. El resultado es que los de Albiach se han cargado unos presupuestos expansivos cuando ni la sequía ni los sistemas educativo, sanitario y social pueden permitírselo.
Las maquinarias de ERC y del PSC calentaban motores desde hace meses y llegan preparadas a la campaña. La convocatoria coge menos ordenado orgánicamente a Junts, que apostará por la vuelta del ex president Carles Puigdemont, que deberá decidir si elige el escaño en el Parlamento catalán o en el europeo. La onda expansiva llega al Congreso de los Diputados, donde Sánchez, consciente de que ha perdido la mayoría para los presupuestos, no los presentará. Si la legislatura no está amortizada, lo parece. El 12 de mayo volverán a repartirse cartas, pero que nadie se crea que podrá jugar solo. Los ciudadanos tendrán que elegir tanto un presidente como una coalición.
